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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Una alambrada de 100 kilómetros de alto.
Hace unos meses eran las alambradas de Melilla y Ceuta, y ahora son las playas de Canarias las que reciben a diario la llegada de inmigrantes del África negra. Vivos pero muchos, muchísimos, demasiados, muertos. En lo que llevamos de año se calcula que habrán llegado a Canarias unas 2500 personas, pero es que se calcula que también han muerto mas de 1200 personas. Espeluznante.
Cuando ocurrieron los asaltos del mes de septiembre, se hizo presión a las autoridades marroquíes para que no se permitiera la llegada de tanto inmigrante a las alambradas ceutíes y melillenses. Y parece que han cumplido su parte del trato. Los inmigrantes desesperados prefieren intentar la travesía de los 100 kms de mar abierto que separan Mauritania de las Canarias, en precarias barcas de pesca antes que cruzar el territorio marroquí. Por algo será, y dudo que sea por las buenas palabras de la policía.
Ahora, a alguien se le puede ocurrir -cómo pasó en el caso de Marruecos- pedir que sea la policía mauritana la que se encargue de frenar el acceso descontrolado y mafioso de todo ese gentío. Craso error. Mauritania tiene el doble de la extensión que España, y una población equivalente a la del área metropolitana de Barcelona. ¿Alguien cree que en estas condiciones hay algún estamento político de aquel paupérrimo país capacitado para hacer algo con cara y ojos? Evidentemente, no.
España es la gran afectada por esta ola inmigratoria, pero al contrario de otras veces, no tiene el cómodo cojín de un país que bien que pobre, tiene ciertos recursos como es Marruecos. Ahora se encuentra con alguien para el cual es imposible que, por sus propios medios, resista el embate de la desesperación humana y la única defensa es el brazo de mar abierto de una centena de kilómetros, que una gente -valiente como pocos- no tiene miedo a cruzar en cascarones de nuez. El precio que se paga para salir de la miseria es alto: un tercio de ellos no llegan jamás a puerto.
España, y Europa en su conjunto, han de trabajar para poner fin a esa masacre y la única forma que hay es colaborando con los gobiernos de los países emisores para mejorar sus condiciones de vida, a fin de que los desequilibrios entre las distintas partes del mundo, no hagan que la gente se juegue la vida por mejorarla aunque sea tan solo un poco.
Mientras haya gente muriéndose de hambre y otra gente que se gaste 650.000 euros en un coche, el problema seguirá existiendo.
¿Por qué no lo quieren ver?
Cuando ocurrieron los asaltos del mes de septiembre, se hizo presión a las autoridades marroquíes para que no se permitiera la llegada de tanto inmigrante a las alambradas ceutíes y melillenses. Y parece que han cumplido su parte del trato. Los inmigrantes desesperados prefieren intentar la travesía de los 100 kms de mar abierto que separan Mauritania de las Canarias, en precarias barcas de pesca antes que cruzar el territorio marroquí. Por algo será, y dudo que sea por las buenas palabras de la policía.
Ahora, a alguien se le puede ocurrir -cómo pasó en el caso de Marruecos- pedir que sea la policía mauritana la que se encargue de frenar el acceso descontrolado y mafioso de todo ese gentío. Craso error. Mauritania tiene el doble de la extensión que España, y una población equivalente a la del área metropolitana de Barcelona. ¿Alguien cree que en estas condiciones hay algún estamento político de aquel paupérrimo país capacitado para hacer algo con cara y ojos? Evidentemente, no.
España es la gran afectada por esta ola inmigratoria, pero al contrario de otras veces, no tiene el cómodo cojín de un país que bien que pobre, tiene ciertos recursos como es Marruecos. Ahora se encuentra con alguien para el cual es imposible que, por sus propios medios, resista el embate de la desesperación humana y la única defensa es el brazo de mar abierto de una centena de kilómetros, que una gente -valiente como pocos- no tiene miedo a cruzar en cascarones de nuez. El precio que se paga para salir de la miseria es alto: un tercio de ellos no llegan jamás a puerto.
España, y Europa en su conjunto, han de trabajar para poner fin a esa masacre y la única forma que hay es colaborando con los gobiernos de los países emisores para mejorar sus condiciones de vida, a fin de que los desequilibrios entre las distintas partes del mundo, no hagan que la gente se juegue la vida por mejorarla aunque sea tan solo un poco.
Mientras haya gente muriéndose de hambre y otra gente que se gaste 650.000 euros en un coche, el problema seguirá existiendo.
¿Por qué no lo quieren ver?
Esto no era un crucero de placer.
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Ese problema no tiene solución mientras persistan los desequilibrios norte-sur. No hay muro que pueda parar eso...
ResponderEliminarEse problema no tiene solución mientras persistan los desequilibrios norte-sur. No hay muro que pueda parar eso...
ResponderEliminarComparto tu pregunta, pero no tengo la respuesta.
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