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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Moros en la costa: La historia de los pueblos dobles del Maresme
Pueblos dobles del Maresme |
Arenys de Mar - Arenys de
Munt, Vilassar de Dalt - Vilassar de Mar, Premià de Dalt - Premià
de Mar... cualquiera que haya pasado por la comarca catalana del
Maresme y se haya bañado en sus playas (o padecido las colas de la N-II), seguro que se habrá percatado de esta
particular dualidad que existe entre los pueblos de esta parte de la
costa barcelonesa. Sin embargo... ¿cual es el origen de este curioso
desdoblamiento que ha hecho que varios pueblos diferentes, unos
ubicados en la misma playa y otros alejados de ella unos kilómetros,
compartan un mismo nombre? La Historia, como pasa siempre, tiene sus
golpes ocultos y les puedo asegurar que sus poderosas -y a veces
sangrientas- razones para tener que hacerlo.
Comarca del Maresme |
A pocos kilómetros de
Barcelona, hacia el norte, podemos encontrar la comarca de El
Maresme, una franja de tierra de unos 400 km2 que ocupa el estrecho
piedemonte existente entre las cumbres de la sierra del Montnegre
(ver Las extraordinarias hayas del Montnegre) y las playas del Mediterráneo. Esta comarca, desde
siempre ha sido el destino de vacaciones preferido de la burguesía
barcelonesa. Su relativa cercanía a la capital, sus costas y sus
paisajes mezcla de agricultura, bosques espesos y montaña baja, han
hecho que este espacio, desde el siglo XIX, sea uno de los centros
turísticos con más fuerza y desarrollo de Catalunya. Pero, claro...
no siempre han sido así las cosas en esta parte del Mare Nostrum y,
durante varios siglos, tener una casita en la playa, no era sinónimo
de holganza y asueto, sino de ser una presa fácil de los piratas
que, cimitarra en ristre, visitaban de forma furtiva y violenta las
playas del Maresme.
Durante el siglo XVI y
hasta el siglo XVIII, el mar Mediterráneo era el tablero de ajedrez
donde se dirimían los pulsos de poder entre un Imperio Español en
decadencia y un Imperio Otomano que, en pleno auge, ponía en un
serio brete a los países europeos (ver Caransebes, la batalla más idiota de la historia).
Piratas berberiscos |
Esta situación de
conflicto entre ambas potencias hacía que los encontronazos bélicos
fueran constantes, aunque tuvo un punto de inflexión en el momento
de la Batalla de Lepanto (1571), cuando las tropas cristianas, con
España a la cabeza, consiguieron parar los pies a la expansión
mediterránea de las huestes turcas. No obstante esta derrota, había
muchas formas de incordiar a los españoles en el Mare Nostrum sin
tener que recurrir a la lucha directa de las flotas. Y una de ellas era
llevar a cabo expediciones de pirateo.
Jabeque pirata otomano |
En estas incursiones -que
se organizaban desde mucho tiempo antes de la derrota de Lepanto-
grupos reducidos de embarcaciones otomanas (muchas veces con moriscos
españoles expulsados y que se conocían el territorio) atacaban las
poblaciones costeras de todo el Mediterráneo Occidental. La idea era
hacer razzias rápidas y violentas con las cuales saquear los pueblos
costeros y crear un clima de terror e inseguridad entre la población
civil. En pocas palabras: terrorismo.
Can Mir (Canet de Mar) |
Los pueblos de todo el
arco mediterráneo español se encontraron de esta forma con una
seria amenaza para sus vidas (de aquí la expresión "No hay moros en la costa"). Amenaza que, además, no era resuelta
satisfactoriamente por la corona castellana, habida cuenta su
prioridad absoluta para con el control militar del Atlántico y del
control de las riquezas que provenían del Nuevo Mundo, la cual cosa
provocaba una seria desprotección de las costas mediterráneas. O
dicho de otra forma, que como los turcos no dejaban expandirse hacia
oriente, los recursos se fueron hacia occidente, dejando los
territorios españoles más orientales a dos velas.
En el Maresme, los
pueblos, conociendo la peligrosidad que se desprendía de estar cerca
del mar (ver Alicante, el Punto Cero y el menguante nivel del mar en la costa del Maresme), crecieron a una cierta distancia de la costa. La franja costera, por su parte, quedaba relegada para los que tenían tierras en
aquella zona o bien para los que no tenían tierras y se veían
forzados a vivir de la pesca para poder subsistir.
Can Ratés (Santa Susanna) |
De esta forma,
aprovechando los lechos casi siempre secos de las rieras y torrentes
que, bajando del Montnegre y el Corredor llevan desde el interior a
la costa, se fueron desarrollando unas vías de comunicación entre
los pueblos originales y sus barrios de pescadores. Barrios marítimos
que, ante la amenaza berberisca, o bien se parapetaban como podían
(aún hoy se pueden encontrar muchas masías fortificadas y torres de
vigilancia de aquella época) o, lo que era más normal, huían hacia
el núcleo habitado de tierra adentro, volviendo a sus casas una vez
el peligro había pasado... si aún estaban enteras, claro.
Torre Llobet (Arenys de Mar) |
Así las cosas, además
de las evidentes dualidades antes mencionadas de Premià, Vilassar y
Arenys, pueblos maresmenses de interior tales como Tiana, Teià,
Sant Iscle de Vallalta o Palafolls, desarrollaron los respectivos
barrios marineros de Montgat, Masnou, Canet de Mar o Malgrat de Mar.
Núcleos costeros que, no fue hasta la llegada del siglo XIX -y con
él, el fin definitivo de la amenaza pirata otomana- cuando pudieron
crecer libremente, independizándose muchos de ellos de las
parroquias principales, formando el germen de los municipios
turísticos que conocemos en la actualidad.
Can Desclapers (Malgrat) |
En resumidas cuentas, que
estos pueblos dobles del Maresme corresponden a una respuesta de la
población civil en un momento de la historia de este país en que el
Estado, ni era capaz, ni quería atender las necesidades de seguridad
pública de los habitantes de la costa mediterránea. Ahora que el
Estado reduce cada vez más su cobertura en todos los sentidos
(excepto para los de siempre, evidentemente), haríamos bien de tener
en mente este ejemplo y recordar que, cuando el estado no funciona,
la comunidad tiene el deber moral de organizarse ella misma para
poder sobrevivir.
Piensa global, actúa
local. No hay más.
Crónica de un ataque pirata en el dintel de la iglesia de Pineda de Mar (1545) |
Webgrafía
- http://www.poblesdecatalunya.cat/cerca.php?cerca=Cerca&c=21&periode[]=6&periode[]=7&autor=
- http://www.palafolls.cat/files/doc99/comichistoriapalafolls.pdf
- http://www.premiadedalt.cat/document.php?id=4
- http://www.pinedademar.org/turisme/historia-del-municipi
- http://www.arenysdemar.cat/document.php?id=23165#a6
- http://www.vilassardemar.cat/coneix-vilassar/breu-historia
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