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Comiendo lodo |
El problema de la
desnutrición en los países del Tercer Mundo es un tema que, de tan repetido en los medios de comunicación y redes sociales, al final se ha convertido en un ruido de fondo
inaudible al que no hacemos el más mínimo caso a no ser que pase algo bien gordo.
Hambrunas producidas por desgracias naturales y guerras las ha habido desgraciadamente desde siempre, pero el desarrollo de los mass-media e internet ha llevado las impactantes fotos de
niños esqueléticos moribundos hasta los comedores del mundo avanzado y nos las ha metido hasta en la sopa con tal fruición y constancia que las hemos convertido en un ingrediente más de nuestros platos al cual ya
no damos importancia. Esta lejanía “moral”, que tendría que ser impropia del ser humano, necesita cada vez estímulos más bestias para llegar a romper la
línea Maginot (
ver La Línea Maginot, el inexpugnable fiasco militar francés) que defiende nuestra empatía. Alguien podría pensar que poner imágenes “gore” del hambre al más puro estilo “
Viernes 13” podría dar algún resultado, pero nada más equivocado. Y es que pocas cosas hay más duras que la
realidad y saber que hay humanos que, ante la falta acuciante de comida, no tienen otra opción que comer...
tierra. ¿Se imagina llegar hasta ese extremo? Pues lamento decirle que
no es ninguna broma. Es muy real y se denomina
geofagia.
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Desnutrición desesperada |
Seguro que en un momento u otro habrá utilizado la expresión tener un hambre que se
comería las piedras. Este dicho que usamos en sentido figurado (para algún tragaldabas, seguro que no tan figurado), por desgracia es una situación muy real en la que se encuentran muchísimos miles de personas para las que una hamburguesa es tan
prohibitiva como una tienda de
Dior. Y es que cuando no hay que comer, la necesidad obliga a hacer muchas barbaridades, y una de ellas es la de comer
lo primero que pillas, en este caso, el suelo que pisamos.
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Tabletas de tierra bendita (Mexico) |
El hecho de comer piedras o tierra no es una cosa excesivamente rara en el mundo que nos rodea, ya que hay una gran cantidad de animales que las comen para
ayudarles en las digestiones o como complemento vitamínico de una dieta pobre en según qué minerales. Sin ir más lejos, mascotas como los
periquitos se deleitan royendo bolas de yeso, las
gallinas y las
codornices picotean pequeñas piedras con las que llenar sus mollejas y ayudar a la digestión, o los humanos mismo, utilizan la sal directamente (que no deja de ser más que una piedra) como formas de obtener una serie de elementos. Sin embargo, una cosa es comer ciertos tipos de
tierra como complemento a una alimentación sana o que te dé una neura y te pongas a comer piedras como un descosido, y otra verse obligados a comerla porque no haya
nada más que llevarse a la boca.
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La infancia, la principal afectada |
Si bien, durante la historia del ser humano el recurso de ingerir tierra en momentos de
hambruna y de desesperación total, ha sido documentado desde tiempos inmemoriales (en China tenían la llamada “tierra de misericordia”), el hecho de que ello ocurra en la actualidad no deja de
sorprender a propios y extraños. Y uno de esos episodios trágicos que dejó en evidencia esta práctica absolutamente aberrante fue el desastroso terremoto de Haití de 2010.
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Haití, semanas después |
Haití, que ocupa la parte oeste de la isla caribeña de
La Española (la parte este está ocupada por la República Dominicana), con más del 80% de su población -unos 11 millones de personas- por debajo del umbral de la
pobreza, es el país más pobre de América y uno de los más pobres del mundo. Pues bien, en esta situación calamitosa y de estado prácticamente fallido gracias al “savoir faire” (ejem) de sus élites gobernantes, el 12 de enero de 2010 se produjo un terremoto de grado 7 (escala de Richter) con epicentro a menos de 30 km de la capital
Puerto Príncipe. Si semejante sacudida -sin ser extrema (
ver Valdivia 1960, el terremoto del Fin del Mundo)- ya produciría el
caos en cualquier país mínimamente organizado, en un país en caída libre como Haití, significó el desastre más absoluto.
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"Cocinando" las bon bon terres |
Más de
300.000 muertos, la ciudad destruida de arriba abajo, sin ningún servicio, sin agua potable…
sin nada, fue lo que se encontraron las ONG’s que se lanzaron al auxilio de aquella desgraciada gente. Sin embargo, por mucha ayuda que se enviase en aquel momento, la falta de alimentos, sobre todo para la clase más pobre, rápidamente se convirtió en
acuciante. La gente se moría de hambre y de sed por las calles, añadiéndose a la macabra estadística de víctimas producidas por el terremoto.
En esta situación de falta total de alimento salió a la palestra informativa cómo, los habitantes haitianos hacían uso de un tipo de arcilla para hacer unas “
galletas” con aceite y sal con las cuales combatir la desesperación del hambre y a las que llaman "
bon bon terres". Lo más grave del asunto es que el consumo de estas galletas ya era
tradicional en el país, la cual cosa habla -y muy mal- de la situación de
hambruna crónica que afectaba (y aún afecta) el país. Obvia decir que el daño para el cuerpo humano del consumo de este producto es
tremendo.
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Necesidad acuciante |
Más allá del gusto a tierra que según los que las han probado deja en el cuerpo, estas tortas -que no dejan de ser más que
bolas de barro secas- absorben el agua del cuerpo y producen
obstrucciones intestinales graves si el consumo es masivo. No obstante, no es el peor efecto, ya que esta arcilla está cargada de
parásitos (al fin y al cabo, es tierra) y de elementos
contaminantes (en un país en ruina, no les vengas con exquisiteces de higiene), la cual cosa produce a su vez desde anemias, pasando por
intoxicaciones por metales pesados (plomo, zinc…),
ceguera, o infestación por
lombrices, tenias y otros parásitos del suelo, llegando a poder coger incluso el
tétanos en caso de ingestión prolongada de este “alimento”. Todo un elenco de efectos secundarios que, en el fondo, no tienen importancia cuando intentas evitar el efecto principal que es la
muerte.
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Injusticia humana |
En definitiva, que el ser humano, ante la necesidad imperiosa de
sobrevivir, no duda en alimentarse con lo que buenamente pueda, ya sea animal, mineral o del McDonald’s (
ver El Happy Meal Project o cómo documentar la incorruptibilidad de una hamburguesa). Esto, en sí, no es malo, ya que indica que tenemos capacidad para obtener alimento de debajo de las piedras con los que seguir viviendo en épocas de
hambruna grave. Lo que sí es intolerable es que, en una sociedad humana como la actual, en la que se
desperdicia alimento a mansalva por intereses comerciales, en la que la gente comemos hasta reventar por
gula, en la que la
obesidad mórbida es una
epidemia (
ver La infalible dieta portuguesa de La Puerta de los Gordos) y en la que nos morimos de hambre por
estética, que millones de personas tengan que recurrir a comer tierra para no morir es simplemente
pornográfico.
Es posible que saber que hay gente que tiene que comer barro para sobrevivir no haga que concienciemos a los
estados para luchar seriamente contra el
hambre en el mundo, pero, al menos, seamos conscientes de que ello ocurre.
Después no podremos alegar ignorancia.
Es tremendo, esto ocurre en Haití pero no desde el terremoto sino desde antes. Y también existe una forma velada de esclavitud, los restavec, (merece un articulo) niños cuyos padres en la miseria los prestan a otras familias mas pudientes y allí son tratados de lo peor y usados en trabajos duros y penosos a cambio de escasa comida servida e ingerida junto con los perros, cerdos...Y pensar que actualmente los gobernantes han dado prioridad a la formación de un ejército... Enhorabuena por el estupendo blog!
ResponderEliminarXatevexo: Toda la razón del mundo. No tiene perdón de Dios que se gasten una serie de recursos en cosas fútiles como un ejército cuando se están muriendo de hambre, ya que dan a entender que la vida de su gente, simplemente les importa un bledo. Aunque no es tampoco lo peor, ya que lo peor es que la gente giremos la cara ante el problema y, no solo eso, sino que lleguen al extremo de haber denunciado esta entrada en Google+ y haber recibido un aviso de Google por contenido impropio. Por suerte solo fue un apremio, pero habla de la profunda hipocresía y enfermiza falta de empatía de buena parte de esta sociedad. Sea como sea, gracias por tu amable comentario y por tu visita. :-)
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