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Figura de un caganer |
Llegan las fiestas navideñas y, a pesar de que la tradición centroeuropea de poner un
abeto en casa se haya generalizado (
ver Árboles de Navidad: esos verdaderos reos navideños), no puede faltar el típico
belén -también llamado
pesebre o nacimiento- para gozo de pequeños, grandes... y gatos de la casa. Poner las figuras típicas de la Virgen, San José, el
Niño Jesús, junto con el buey, el burro, el ángel, la estrella, los
Reyes Magos y toda una miríada de otros personajes, era una actividad que
entusiasmaba a los más pequeños en la misma medida que acongojaba a los mayores -por el follón que se presentaba para montarlo, claro. Yo, aún me acuerdo de aquel "bufet" de tres metros de largo que llenábamos con luces, musgo, árboles, cortezas de corcho imitando montañas, ríos, pastores, ovejas, patos... Pero si había una figura especial que no podía faltar en aquel
diorama navideño era el "
caganer", la tradicional figura de un pastorcillo que, ataviado de camisa blanca y
barretina catalana roja, estaba de cuclillas y con el culete al aire, depositando una prominente
caca a sus pies. Una figurita, tan simpática como
irreverente para los ojos de un niño, y que era posiblemente la más querida de todo el pesebre. No obstante... ¿a cuento de qué poner una figurita
cagando en una representación religiosa? Si tiene un momentillo, sígame en este texto, que miraré de explicárselo.
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Al tió se le hace "cagar" a bastonazos |
Que los catalanes somos
escatológicos es algo que, viendo las costumbres que tenemos y que he explicado en más de un artículo de este blog (
ver El Cagalell, una marisma a pie de Colón), no podemos negar de ninguna de las formas. Sea por lo que sea, cuando era pequeño y aún disfrutaba con la tremenda faena de montar (y desmontar) el gran
pesebre familiar, podía faltar hasta el Niño Jesús, pero no el caganer. Esta
devoción por una figura cagona llegaba al punto de que, un servidor, lejos de ponerlo escondido en medio de la autopista de tres carriles en hora punta que era aquel belén, no dudaba en ponerlo justo
al lado del portal de corcho en que estaba la
Sagrada Familia; ubicación que, por otro lado, mi madre sistemáticamente me obligaba a cambiar. Tal vez esta tradición puede parecer infantil y sin sentido pero, por lo visto, entroncaría con un culto ancestral que nos retrotrae a un pasado
agrícola que desgraciadamente hace mucho tiempo que hemos olvidado (
ver El ancestral culto a la naturaleza del día de la Virgen de Agosto).
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Los pesebristas buscaron el realismo |
Si bien la figura del
caganer, por su tradición tan extendida por estos lares, podamos pensar que es una figura poco menos que milenaria, la realidad es que parece que empezó a popularizarse en la época
barroca (1600-1700). En aquel tiempo, lo que hoy conocemos como "barroco" desarrolló un tipo de arte de detalles muy cargados y, hasta cierto punto,
hiperrealistas, que hizo que el artista buscase el mayor grado de detalle posible. Un realismo que intentaba plasmar al dedillo todos los aspectos
costumbristas que una sociedad agrícola y rural como la del momento podía aportar, en una expresión, a la vez, tan costumbrista y religiosa como eran los pesebres. Figuras como las
lavanderas, las hilanderas, los pescadores o los
segadores, entre muchos otros, entraron a formar parte de los belenes desde entonces. Y, si vamos a mirar, pocas cosas hay más realistas que un tipo
cagando, evidentemente.
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Un símbolo de fertilidad y prosperidad |
Más allá de la figura histriónica y descarada de alguien haciendo "
aguas mayores", la importancia del
estiércol -ya sea humano o animal- en la agricultura ha sido básico desde la noche de los tiempos. La
fertilización de los campos y, con ello, la mejora de la producción agrícola, convertía este elemento -en principio de desecho- en una fuente de riqueza y
prosperidad. Si a ello sumamos la importancia del duro trabajo del
campesino (en este caso catalán) para sacar adelante las cosechas, el hecho de situar un payés cagando en un belén, lejos de ser algo sacrílego, se convierte en un
símbolo del trabajo humano para alcanzar la prosperidad y la riqueza o, lo que es lo mismo, en un símbolo de
buena suerte. Un amuleto que refuerza, aún más si cabe, la representación
sagrada del nacimiento de Cristo. Curioso cuando menos.
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Un cacone napolitano |
Sea como sea, la tradición de poner un caganer en el pesebre, aunque sea en
Catalunya donde se ha vuelto más popular, no es exclusivo de esta tierra. Bien al contrario, tradiciones similares se encuentran también repartidas por otras zonas, sobre todo ligadas a las zonas de
habla catalana de la antigua
Corona de Aragón, pero también en Italia y Portugal. Valga como ejemplo que también existe esta costumbre en
Valencia (donde también se conocen como "cagadors"), en
Menorca (bernat qui caga) y en
Murcia (llamados "cagones"). En
Nápoles -que también pertenecía a la Corona de Aragón- la figura se conoce como "cacone" o "pastore che caca" mientras que en
Portugal se les denomina "cagões". Una simpática costumbre más extendida de lo que pueda parecer y que ha pasado a ser un auténtico elemento de
coleccionismo, ya sea por los inacabables estilos tradicionales, como por la moda moderna de representar personajes famosos en forma de caganers.
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Caganers de personajes conocidos |
En conclusión, no dude en poner un
caganer en su pesebre por muy pijo que sea (o usted o el belén), ya que, por mucho que le pueda parecer una cochinada poner un personaje dejando su producto interior
bruto en un Nacimiento, en el fondo es una figura representativa de la
esencia humana. Una figura que, mezclando lo divino y lo humano, lo celeste y lo terrenal, lo bueno y lo malo, desea, desde lo más profundo de su ser, los
mejores augurios para quien lo invoca.
Unos buenos augurios que, tal como está el percal por el mundo, no es poca la gente que los necesita.
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Si los augurios van en proporción al tamaño... |
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