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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Agresores, agredidos y avestruces.
Hoy la actualidad viene muy suculenta, y hay un montón de temas a los que dedicar un blog: el No -esperado- de Holanda, la fusión de Terra con Telefónica para gozo de sus accionistas, la prisión de Otegi, el victimismo de Sandro Rosell y la prepotencia de Laporta... total, un mundo para no estarse callado. Pero repasando los distintos medios de comunicación ha habido una noticia que me ha llamado poderosamente la atención: El jefe de estudios del IES Margarida Xirgu de L'Hospitalet donde se produjeron diversos navajazos justifica a los agresores. Para dejarlo a uno con cara de algarroba, vamos.
Yo, cuando escuché las declaraciones taxativas de la directora del instituto, algo ya me olió mal. En esas declaraciones en un tono violento y casi agresivo se hacía mención a que "aquí no pasa nada". No se lo creyó ni ella. Una cosa es que los crios se peleen, otra que lleven navajas y se hieran entre ellos, otra que el jefe de estudios diga que los agresores solo se defendían, y otra que la directora diga que no pasa nada. Una cosa es que seamos tontos, otra que nos lo quieran hacer creer.
En un instituto donde hay crios de entre 12 a 16 años, de los cuales el 47% es inmigrante, la convivencia no es fácil. Ya no es fácil de por sí gracias a la mente clarividente que le ocurrió mezclar niños de 12 años con pseudo adultos de 16, sabiendo los problemas que ello conlleva de convivencia. Si sabemos la crueldad innata que tienen a esas edades, el problema racial se convierte en pólvora, pólvora muchas veces prendida por los comentarios ignorantes e intolerantes de los propios padres. En este saco de gatos en el que se convierte el instituto, donde las relaciones pacíficas se sostienen por una crin de caballo cual espada de Damocles, lo que menos ayuda a serenar los ánimos es la política de "gilipollas el último" del profesorado para evitar tomar decisiones comprometidas. Comprometidas por el miedo, claro está.
Los agresores fueron los que metieron los navajazos y si tenían algo de razón, la perdieron en el momento que obraron así, máxime cuando el detonante fue un simple globo de agua. Que chille la directora que allí no pasó nada es negar la evidencia porque allí sí pasó algo, y gordo. La solución pasa en muchas veces por enfrentarse a los propios padres que la mayoría de las veces son los que provocan las situaciones, pero se ha de ser valiente y tomar el toro por los cuernos. No siempre vale tener una dotación de la policía en los alrededores para evitar el problema dentro del centro, porque parece que los responsables de estos centros, para ahorrarse dolores de cabeza, lo que quieren no es evitar la proliferación de estos hechos, sino que se efectúen cuanto más lejos mejor de la escuela. Táctica del avestruz y manos limpias. No señor.
Un profesional que se encuentre en esta tesitura, y no se vea capacitado para afrontar lo que se le viene encima, tiene todo el derecho del mundo a dimitir y dejar su puesto a otro más válido y ahorrarse así los malos tragos. Sin embargo, nos encontramos con gente de capacidad mediocre que está ocupando ciertos puestos de responsabilidad dentro de los institutos, convirtiendo ese centro en una ciudad sin ley, dado que lo único que quieren es nadar y guardar la ropa. ¿Que no hay nadie apto? Ya se moverá entonces la administración para solventar el problema, pero no puede ser que se dé la espalda a los problemas educativos de esta forma. Un profesor no es un héroe, pero puede no dedicarse a profesor si ha de asumir un trabajo que no puede hacer. Nadie le obliga. Un jefe de estudios o un director de un centro, igual.
Los alumnos tienen parte de culpa, pero solo son una pieza dentro del engranaje. Aún me acuerdo de una profe en la facultad, encargada de dar Matemáticas ¡a las 15,30h!. A esa hora, recién comidos y con la modorra de después de comer, no había ni cristo que se pudiera concentrar en hacer mates y lo que menos estabas es por atender los logaritmos neperianos. Mas de uno se dormía. Dado que la mujer veía que no le hacíamos gran caso, en vez de hacer nada y arreglar el problema, se volvió autista y daba la clase para ella. Los que estábamos en las primeras filas difícilmente la seguíamos, pero ella cumplía el expediente. ¿Resultado? Un fracaso escolar masivo y fuera de toda lógica en esa asignatura. Curiosamente, otras asignaturas igual de peñazo que esa, con el mismo alumnado y que se daban otros días a la misma hora, no sufrían semejante ricia ni semejante pasotismo por parte del alumnado.
Vemos al alumnado como el quid del problema, cuando posiblemente el problema comience en otros puntos muy alejados de la clase.
Yo, cuando escuché las declaraciones taxativas de la directora del instituto, algo ya me olió mal. En esas declaraciones en un tono violento y casi agresivo se hacía mención a que "aquí no pasa nada". No se lo creyó ni ella. Una cosa es que los crios se peleen, otra que lleven navajas y se hieran entre ellos, otra que el jefe de estudios diga que los agresores solo se defendían, y otra que la directora diga que no pasa nada. Una cosa es que seamos tontos, otra que nos lo quieran hacer creer.
En un instituto donde hay crios de entre 12 a 16 años, de los cuales el 47% es inmigrante, la convivencia no es fácil. Ya no es fácil de por sí gracias a la mente clarividente que le ocurrió mezclar niños de 12 años con pseudo adultos de 16, sabiendo los problemas que ello conlleva de convivencia. Si sabemos la crueldad innata que tienen a esas edades, el problema racial se convierte en pólvora, pólvora muchas veces prendida por los comentarios ignorantes e intolerantes de los propios padres. En este saco de gatos en el que se convierte el instituto, donde las relaciones pacíficas se sostienen por una crin de caballo cual espada de Damocles, lo que menos ayuda a serenar los ánimos es la política de "gilipollas el último" del profesorado para evitar tomar decisiones comprometidas. Comprometidas por el miedo, claro está.
Los agresores fueron los que metieron los navajazos y si tenían algo de razón, la perdieron en el momento que obraron así, máxime cuando el detonante fue un simple globo de agua. Que chille la directora que allí no pasó nada es negar la evidencia porque allí sí pasó algo, y gordo. La solución pasa en muchas veces por enfrentarse a los propios padres que la mayoría de las veces son los que provocan las situaciones, pero se ha de ser valiente y tomar el toro por los cuernos. No siempre vale tener una dotación de la policía en los alrededores para evitar el problema dentro del centro, porque parece que los responsables de estos centros, para ahorrarse dolores de cabeza, lo que quieren no es evitar la proliferación de estos hechos, sino que se efectúen cuanto más lejos mejor de la escuela. Táctica del avestruz y manos limpias. No señor.
Un profesional que se encuentre en esta tesitura, y no se vea capacitado para afrontar lo que se le viene encima, tiene todo el derecho del mundo a dimitir y dejar su puesto a otro más válido y ahorrarse así los malos tragos. Sin embargo, nos encontramos con gente de capacidad mediocre que está ocupando ciertos puestos de responsabilidad dentro de los institutos, convirtiendo ese centro en una ciudad sin ley, dado que lo único que quieren es nadar y guardar la ropa. ¿Que no hay nadie apto? Ya se moverá entonces la administración para solventar el problema, pero no puede ser que se dé la espalda a los problemas educativos de esta forma. Un profesor no es un héroe, pero puede no dedicarse a profesor si ha de asumir un trabajo que no puede hacer. Nadie le obliga. Un jefe de estudios o un director de un centro, igual.
Los alumnos tienen parte de culpa, pero solo son una pieza dentro del engranaje. Aún me acuerdo de una profe en la facultad, encargada de dar Matemáticas ¡a las 15,30h!. A esa hora, recién comidos y con la modorra de después de comer, no había ni cristo que se pudiera concentrar en hacer mates y lo que menos estabas es por atender los logaritmos neperianos. Mas de uno se dormía. Dado que la mujer veía que no le hacíamos gran caso, en vez de hacer nada y arreglar el problema, se volvió autista y daba la clase para ella. Los que estábamos en las primeras filas difícilmente la seguíamos, pero ella cumplía el expediente. ¿Resultado? Un fracaso escolar masivo y fuera de toda lógica en esa asignatura. Curiosamente, otras asignaturas igual de peñazo que esa, con el mismo alumnado y que se daban otros días a la misma hora, no sufrían semejante ricia ni semejante pasotismo por parte del alumnado.
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Ese problema hunde sus raíces en muchos puntos lejanos entre sí:
ResponderEliminar- la familia que se desentiende y, llega a decir al tutor de sus hijos, que no puede con ellos.
- los medios de comunicación que ofrecen una suculenta tanda de violencia a todas horas.
- la sociedad que acepta todo eso
- la escuela que se ve sin autoridad ni medios para remediarlo y con la competencia de los videojuegos, televisiones, publici8dad, etc...
Estoy totalmente de acuerdo. Gran parte de la culpa la tienen tanto los padres como los profesores. Los primeros porque tener más de 35 años e hijos no está reñido con ser un garrulo y un descerebrado racista.
ResponderEliminarY los profesores, para qué hablar. Es cierto que llega un momento en el que pierden toda la ilusión ante la impotencia (a la madre de un amigo le metieron un perdigonazo en el cuello en uno de los supuestos institutos "buenos" de mi ciudad), y en ese momento deberían darlos de baja: para ser profesor no se puede tener dejadez.
En esta sociedad comodona, los problemas sólo se asumen si no hay más obligación. Los colegios se han convertido en un parking de crios estresados por las contínuas actividades extraescolares que hacen con tal de no tenerlos en casa. Los padres no quieren saber nada de sus problemas y los profes, menos, con lo que los chavales se encuentran prácticamente solos en un momento delicado de sus vidas. Es la sociedad del "apáñatelas como puedas". Triste futuro nos depara a todos.
ResponderEliminarLo veo y 10 más...
ResponderEliminarToda la culpa la tienen los padres, somos como nos han criado, si nos han enseñado a no aceptar a los negritos, gitanos, moros...lo seguiremos haciendo.
Es un problema de base, el tema es que cuando te das cuenta de él, ya es demasiado tarde.
Vamos a ser pesimistas y confiar en que vamos a ir hacia adelante!!
PS: No te preocupes por el valle de Ordesa, se quedó intacto. Además contaminan mucho más los coches que las motos :-P