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¿Conoces mi último libro?

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Pobles Medievals de Catalunya (2024)

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Capítulo 7: El asunto del canal

Avenidas de mortal ignorancia.

Una vez más, y como suele ser habitual cuando hay tormentas, tenemos que lamentar pérdidas humanas debido a las riadas. Se avisa por pasiva y por activa de que la gente vaya con mucho cuidado cuando haya estos temporales de agua, y pese a todo, siempre acaba ocurriendo alguna desgracia. Algunas de las víctimas son debidas a accidentes diversos, tales como desprendimientos de cornisas, caídas de árboles, etc..., pero el 99% de las muertes son de gente que iba dentro del coche y éste fue arroyado por la avenida de agua. La ignorancia y la soberbia humanas, una vez más, se presentan como las grandes y trágicas protagonistas.

Una de las cosas que me llevaron a estudiar geología fueron, justamente, las rieras -también llamadas torrenteras- esos cursos de agua intermitentes que llevan agua sólo cuando llueve. Su funcionamiento me atrae como si fuera un imán, y durante la carrera, como un auténtico “caza-riadas”, iba a sacar fotografías que me sirvieron para sacar algún que otro notable. Incluso alguna una vez los de Protección Civil me han intentado expulsar -sin mucho éxito- del dique del Llobregat algún día que bajaba muy crecido y no me pude resistir a echar una mirada; mirada de admiración y siempre respetuosa, eso si. Este bagaje me ha servido para confirmar que el agua es blandita, sí, y de aspecto inofensivo, pero que cuando es capaz de arrasar montañas, por algo será.

Cuando una riera baja en plena acción, el agua no es agua, sino una mezcla quasi-gelatinosa de lodo, piedras y tierra. Todo lo que encuentra a su paso lo arrastra con un sordo ruido a piedras en movimiento que pone los pelos de punta, y si las tormentas que generan la riada son muy virulentas y puntuales, generan olas que viajan encima de la capa de agua que ya está bajando por el cauce. El espectáculo de ver un verdadero “tsunami” pluvial correr por encima del agua de un torrente que baja a toda velocidad es de una belleza comparable solo a su excepcional potencia de destrucción.

La peligrosidad de las rieras y torrentes son perfectamente conocidas, pero la gente, ignorante de la fuerza que puede llevar con tan solo un par de palmos de agua, y la soberbia sensación de seguridad que da el conducir 1200 kilos de chatarra, se meten en el cauce intentando atravesarlos y son arrastrados con pasmosa facilidad, con los efectos de todos conocidos.

Un coche, aunque parezca que es muy seguro, es una auténtica trampa mortal cuando entra en contacto con el agua. Cuando ésta tiene un poco más de un palmo y vamos circulando a una cierta velocidad, el agua llega a estar en contacto con los bajos del vehículo deslizándose éste por encima de ella como si fuera un surf. Los neumáticos en esta situación actúan como flotadores elevando el coche, el cual deja de tener sustentación ya que gran parte del peso lo está soportando el agua al estar en contacto con los bajos. Si en estos momentos, el agua baja con cierta velocidad, el automóvil se convierte en una verdadera zodiak descontrolada, pero sin ninguna de sus ventajas y con todos sus inconvenientes.

Las autoridades conocen lo peligroso de las rieras y los ríos desbordados y por eso se aprestan a cerrar los accesos que puedan ser susceptibles de ser peligrosos. Sin embargo, algunas personas de poca sesera y mucha irresponsabilidad, se saltan los controles y se adentran en los cauces con la orgullosa intención de cruzarlos. No siempre lo consiguen. Este ha sido el caso de tres personas que han perecido en sendos coches al intentar cruzar un torrente en la Costa Brava. Los desgraciados hicieron caso omiso a la señalización de prohibición, y lo que es peor, a los propios agentes que intentaban evitar que lo vadearan.

Inútil. La riera se ha cobrado sus victimas. Ahora solo falta enterrarlos.

Comentarios

  1. Muy interesante el post. Yo tampoco comprendo cómo la gente se atreve a conducir después de ver los muertos que ocasionan las rieras. Supongo que somos así, nos creemos más listos que nadie y que eso no nos va a pasar a nosotros.

    Por cierto a ver si me mandas algo de lluvia que creo que vivo en el único sitio de España donde no ha caído ni una gota!! Saludos

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  2. Interesante, sí.

    Aparte de la irresponsabilidad humana (valga la redundancia), me llama la atención los destrozos que se siguen produciendo en las ciudades cuando llueve de esta manera. ¿No habrá otra forma de diseñar y de construir? No sé... se supone que sabemos por dónde se formará una riera, y hacia dónde discurrirá.

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