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¿Conoces mi último libro?

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Capítulo 7: El asunto del canal

Eurovisión 2014: Mucha voz pero poca canción

4 de 5... no está mal. De los cinco países que yo pensaba que tenían posibilidades de disputarse el concurso de Eurovisión, finalmente he acertado cuatro, lo cual da para pensar que, con el tiempo, vamos aprendiendo de qué va este concurso, por si no lo sabía suficiente. Efectivamente, mis cinco preferidos eran Hungría, Armenia, Austria, Suecia y Dinamarca... y al final se me ha escapado Países Bajos. Sea como sea, Austria,  creo que ha sido justa ganadora, aunque, como corría por Twitter, haya ganado "por pelos".

Esta edición de 2014, celebrada en Copenhague (Dinamarca) se ha demostrado como una de las ediciones con más calidad y con mejores voces de los últimos años, por mucho que siempre haya gente que sería capaz de sacarle peros a Caruso y se creen que por ello sientan cátedra, pero en fin, doctores tiene la Iglesia. La realidad es que, aparte del innombrable espectáculo de las polacas -más digno de un peep-show que de Eurovisión- en esta edición han habido muy buenas voces, pero a las cuales les ha fallado la canción. Tal vez por ello, los intérpretes a los cuales les han acompañado las canciones han quedado en los puestos de arriba.

La ganadora, Austria, con la ambigua diva Conchita Wurst, justamente ha sabido compaginar una muy buena voz, una buena canción muy épica digna de una banda sonora de James Bond y...una barba. La gente la (¿o lo?) ha puesto de hoja de perejil por estos lares por calzar una soberana barba pero, seamos sinceros, en un concurso tan y tan competitivo, tener algo que te diferencie de los demás, es tener una ventaja. Conchita Salchicha (es lo que significa Wurst en alemán) lo ha sabido explotar a la perfección, y al final, se ha llevado el gato al agua con 290 puntos, 52 puntos por encima del segundo, los Países Bajos.

He de reconocer que el no contar por mi parte con Holanda, ha sido más sentimiento que racionalización, ya que me negaba a darle ínfulas de ganadora a una canción casi plagio del "Every breath you take" de Police. Sin embargo, ha quedado demostrado que no hay nada mejor que parecerte a algo que ya ha sido éxito para que la gente te dé el voto de confianza. Y es que, en el fondo, nos gusta lo que reconocemos... como me enseñó un maestro del bonsái.

Personalmente, yo le tenía echado el ojo (o la oreja, según prefiera) a la de Hungría, Running, ya que a parte de la fuerza y buena voz de András Kállay-Saunders, la canción -un alegato contra la violencia de género- y la puesta en escena eran capaces de transmitir algo al espectador. Al final ha quedado quinto con 143 puntos y yo, un poco decepcionado, pero mira... no vayas a feria que más pierdas, que diría mi abuelo.

Algo similar me ha pasado con Armenia, que ha quedado cuarta con 174 puntos, que tenía buena voz, muy buen ritmo y un final muy épico, pero que encuentro que ha empezado demasiado plano para subir estratosféricamente en la segunda mitad de la canción y tal vez un poco tarde. Por su parte, Suecia, con un clon (vocal) de Celine Dion, ha repetido el patrón, es decir, buena voz, buena canción y buena puesta en escena que la han llevado a una muy merecida tercera posición.

¿Y España? No ha quedado nada mal, en una muy digna 10ª posición con 74 puntos, repitiendo el puesto que hizo Pastora Soler en 2012 (ver Eurovisión 2012: el buen camino). El hecho de llevar a Ruth Lorenzo -que dada la imposibilidad de ser profeta en su tierra, tuvo que participar en la versión inglesa de Factor X para que se fijaran aquí- significaba un plus, pero... no nos engañemos, Ruth, gritar, ha gritado mucho, alto y bien, pero la canción, a parte de repetir hasta la saciedad "dancing in the rain" (bailando bajo la lluvia) no daba más de sí. Si no se transmite se puede quedar bien -como ha sido el caso-, pero no se gana -como ha sido el caso también. Del estilismo, mejor no hablar.

Por la parte baja... Francia, con dos puntos, parece estar abonada al furgón de cola de donde no sale desde 2011, Eslovenia, con un clon feo de Mónica Naranjo y San Marino, con una canción muy de banda sonora de película, pero de poca visibilidad, han cerrado la tríada capitolina de los bajos fondos eurovisivos.

Eurovisión, te podrá gustar más o menos, pero lo que no se puede negar es que han quedado muy lejos aquellos tiempos en que la ñoñería y la mediocridad se movían por el escenario de Eurovisión, incluso- y esto sería noticia de portada de cualquier diario- los países eslavos no se han votado tan descaradamente entre ellos como otras ocasiones, reflejando las tensiones internas derivadas del conflicto ruso-ucraniano. El nivel está aumentando edición a edición y Eurovisión se está demostrando como una de las mejores plataformas de promoción musical a nivel europeo -por no decir mundial, ya que hasta la China lo ha retransmitido en directo.

El día que lo tengamos claro, posiblemente ganaremos.

Mucha voz para demasiada poca canción

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