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El helio y el hexafluoruro de azufre, los inquietantes riesgos de una risa fácil

Un recurso televisivo fácil
Un recurso televisivo fácil
Cuando un programa de televisión quiere hacer sacar una sonrisa a sus espectadores, la escena de la inhalación de un globo de helio y de hexafluoruro de azufre es un recurso seguro. El hecho de ver a gente hecha y derecha con una voz como la de los pitufos cuando absorben el helio y como la de un ogro cuando absorben el hexafluoruro es, por la ridiculez de la situación, la forma más rápida de conseguir pasar un rato divertido ante la pantalla. No obstante, detrás de esta escena hilarante se esconde una física curiosa y una inquietante peligrosidad que vale la pena tener en cuenta.

¿Un ocio inocuo?
En los últimos tiempos se ha puesto de moda en fiestas y reuniones recreativas varias el disponer de una botella de helio para conseguir echar unas risas a cuenta de la voz de pito que se les queda a quien absorben este gas. La cosa no pasaría de aquí si no fuese porque ese inocente y divertido efecto puede producir, en caso de irresponsabilidad -y en una fiesta con alcohol, la responsabilidad brilla por su ausencia-, tener un desagradable efecto secundario: la muerte. Pero... ¿porqué cambiamos de voz con estos gases? Intentaré explicárselo a continuación.

El helio asciende
Como supongo que bien sabrá -a no ser que sea un alienígena- el ser humano respira aire de la atmósfera (ver La Grotta del Cane, la extraña cueva que odia a los perros). Este aire que respiramos siempre que podemos, está formado por nitrógeno, oxígeno, argón, dióxido de carbono y otros elementos en menor proporción, de los cuales nuestro cuerpo obtiene el oxígeno necesario para la respiración de nuestras células. Pero no solo para respirar utilizamos el aire, sino que también lo utilizamos para hablar mediante nuestras cuerdas vocales, las cuales vibran con el paso del aire a través de nuestra garganta procedente de los pulmones. Hasta aquí no creo haber dicho nada que no sepa usted ya.

Este aire atmosférico tiene una densidad determinada (1,275 gramos/litro) al cual adaptamos todas nuestras necesidades fisiológicas y comunicativas al ser el fluido que nos envuelve cuando estamos en la superficie. Sin embargo, cuando absorbemos helio o hexafluoruro de azufre, la cosa cambia notablemente.

Átomo de helio
El helio y el hexafluoruro de azufre son ambos unos gases inodoros, insípidos e incoloros, que son muy estables y no reaccionan con nada -bueno, para ser exactos, el hexafluoruro solo con el litio- pero tienen una densidad muy diferente a la del aire. El helio, conforme que es un gas noble muy ligero, tiene una densidad muy baja de 0,178 g/l, por lo que su tendencia es a ascender, al contrario del hexafluoruro, el cual está formado por moléculas complejas y pesadas que le hacen tener una densidad elevada de 6,17 g/l. La diferencia es ciertamente, notable.

Por tanto, cuando hacemos la gracia de absorber uno u otro, lo que estamos haciendo en realidad es llenarnos los pulmones y la tráquea con esos gases para conseguir sumergir nuestras cuerdas vocales en unos gases diferentes al aire y con diferente densidad. 

Molécula de Hexafluoruro
En esta circunstancia, cuando tenemos las cuerdas sumergidas en helio, las cuerdas vocales vibran más rápido de lo que lo harían si estuvieran rodeadas de aire y sale la típica voz de los pitufos. En el caso del hexafluoruro de azufre, la cosa iría al revés, ya que al ser un gas más denso que el aire, las cuerdas vocales han de hacer un esfuerzo suplementario y, por tanto, vibran menos, obteniendo por ello la característica voz grave. O si le es más fácil, es como intentar mover la mano en la arena, en el agua o en el aire; pues igual pero con la garganta. No en vano el efecto del helio pasa rápido (tiende a escapar) mientras que el del hexafluoruro es más persistente (tiene tendencia a quedar en los pulmones y es más difícil de ventilar).

Esto es lo divertido pero, como todo en la vida, el "carpe diem" viene acompañado indisociablemente de su correspondiente "memento mori" que no lo es tanto.

Helio y hexafluoruro de azufre
Efectivamente, cuando estamos inhalando helio o hexafluoruro de azufre, lo que estamos haciendo es sustituyendo el aire por otra sustancia gaseosa que, por mucho que no sea tóxica, no deja de ser un gas que no es respirable por nuestras células (ver El perfluorocarbono, el líquido donde no se ahoga nadie). Ello significa que, ya sea uno o sea otro, no hay oxígeno que el cuerpo pueda absorber, por lo que un uso insensato de estos gases provoca muertes por simple y dura asfixia.  Sin ir más lejos, el "mareíllo" que provoca después de varias inhalaciones no es, ni más ni menos, que el primer síntoma de que el cuerpo está experimentando una falta de oxígeno.

En definitiva que si hacer un poco el tonto con estos gases puede ser divertido e inocuo, cuando por efecto de drogas, alcohol o simplemente por ignorancia, la precaución y la cordura dejan paso a la insensatez e irresponsabilidad, la diversión se puede trocar en drama. La física puede ser entretenida e interesante pero el perderle el respeto -que no tenerle miedo- puede convertirla en un verdadero deporte de riesgo.

Para pensar un rato.

Un uso frívolo esconde la peligrosidad de estos gases

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