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¿Conoces mi último libro?

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Pobles Medievals de Catalunya (2024)

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Capítulo 7: El asunto del canal

Amaxofobia o el pánico a conducir un vehículo

Miedo a conducir
Miedo a conducir
Si hacemos caso a los anuncios de automóviles, el hecho de conducir es una sensación placentera sin igual en la cual puedes experimentar una sensación de libertad y relajación realmente incomparable... aunque, claro, cuando te encuentras atrapado en una cola de 10 km en la Ronda de Dalt y en mitad de agosto, el romanticismo y el idealismo de los anuncios se los meterías al creativo por salva sea la parte. Con todo, aunque la realidad esté a años luz de lo que nos quiere vender el márketing automovilístico, la verdad es que el conducir un coche puede llegar a ser divertido y relajante... siempre que te guste. Y es que hay gente a la cual, no solo no le gusta, sino que incluso llegan a tener un miedo atroz a coger el coche, muchas de las veces aún teniendo el carnet. ¿Le pasa a usted? Pues sepa que entonces padece amaxofobia.

Caos incontrolable
Caos incontrolable
Tener que cruzar la Plaza España de Barcelona en hora punta es lo más parecido que hay a conducir por el caos circulatorio de Bangkok. Coches, camiones, motos, autobuses, taxis... cruzándose continuamente al ritmo que marcan los semáforos y las diferentes combinaciones de trayectoria hacen poner los pelos como escarpias al conductor más experimentado. Tanto es así que, sabiéndolo, los examinadores de autoescuela hacen pasar por medio a sus ingenuas "presas" según tengan ganas o no de hacerlos suspender, ya que es prácticamente imposible cruzarla siguiendo correctamente el código de circulación. Esta presión y sensación de caos incontrolable, sobre todo en el caso de conductores noveles, puede ser la espoleta para desarrollar una fobia a la conducción que puede llegar a ser incapacitante para una cierta cantidad de la población. Y hay más gente que la padece de lo que parece.

Puede ser incapacitante
Puede ser incapacitante
Más de 15.000 personas -de las cuales el 87% son mujeres y el 13% hombres-, según los estudios, son las que padecen en España algún tipo grave de amaxofobia. Una fobia que está caracterizada por ataques de ansiedad, sudores, taquicardias, llantos inconsolables e incluso de auténticas crisis de pánico que llevan al conductor a negarse en redondo a coger un coche y, en el peor de los casos, incluso a no querer ni ir de pasajero de un automóvil. Alguien pudiera pensar que mientras que utilicen el transporte público, ya está todo arreglado, pero tal como están de mal estructurados, muchos de estos afectados se ven auténticamente aislados, ya que cualquier tipo de transporte privado es, por culpa de esta fobia, un auténtico tabú.

La amaxofobia tiene origen traumático
La amaxofobia tiene origen traumático
El origen de la amaxofobia, según los especialistas, proviene de una experiencia traumática en relación a la  conducción, ya sea un accidente o una mala experiencia al volante. En ella, la experiencia previa condicionaría nuestra mente generando toda una serie de pensamientos negativos y catastrofistas a priori de la conducción, haciendo que exageremos los riesgos y las consecuencias que se puedan derivar del hecho de ponerse al volante de un automóvil. Según este patrón, el afectado, al pensar que ha de subirse al coche, que tiene la responsabilidad de su seguridad y de las personas que lo rodean y que, además, no puede controlar al 100% los riesgos provenientes de los demás conductores (ver La ceguera al cambio o cuando no arrancamos con el semáforo en verde), sufre un apabullamiento tal que sufre la necesidad de huir de la escena. O lo que es lo mismo, no quiere subir a un vehículo ni harto de vino.

Hay autoescuelas que la tratan
Hay autoescuelas que la tratan
La solución es, como en todos estos casos, de difícil aplicación, ya que se trata de racionalizar el miedo, ver la parte buena de las cosas e ir exponiendo al amaxofóbico poco a poco ante sus traumas; incluso algunas autoescuelas hacen cursillos para perder el miedo a conducir. Eso sí, como caigan en manos de algún cernícalo metido a terapeuta conductual y la exposición de nuevo sea demasiado traumática, en vez de volver a disfrutar de la conducción, el afectado no va a poder ver ni los coches del scalextric. Todo tiene sus riesgos, evidentemente.

Total que la próxima vez que le de un "yuyu" conduciendo y le venga miedo a coger el volante, no se sulfure y recuerde que, tal como está el tráfico hoy en día en las ciudades, va a pasar más tiempo parado que moviéndose, con lo cual los riesgos de padecer un accidente grave, son prácticamente nulos. Y eso, para los que nos gusta conducir y odiamos los embotellamientos, sí que nos quita las ganas de conducir y nos pone los pelos de punta.

¡Y mucho!

Se ha de tener respeto a la conducción pero no miedo
Se ha de tener respeto a la conducción pero no miedo


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