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El monasterio de Montserrat |
El
monasterio de Montserrat, ubicado en la montaña homónima desde el siglo XI, se ha considerado desde hace siglos el corazón de Catalunya. Su
virgen negra -por el hollín que tenía depositada en su cara por los millones de cirios encendidos desde el siglo XII- ha tenido desde siempre una
gran devoción y ello hizo del monasterio un gran centro de
peregrinaje. Sin embargo, entonces igual que ahora, allí donde va mucha gente, el dinero se mueve a espuertas (
ver El Santo Prepucio de Jesús, una reliquia divina muy terrenal), por lo que la posesión del cenobio por una u otra orden significaba tener o no
la gallina de los huevos de oro.
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Monjes benedictinos de Montserrat |
Esta situación llevó a que el monasterio de Montserrat, que originariamente pertenecía al monasterio de
Ripoll, dada su riqueza e influencia, intentara continuamente ser independiente, cosa que durante siglos el abad de Ripoll se encargó de tumbar una y otra vez. No obstante, en
1409, tras muchas negociaciones, Montserrat se convirtió en abadía independiente administrando un gran tesoro y una gran capacidad de
influencia política. De esta forma, los abades de Montserrat tenían toda una serie de privilegios que los hacía prácticamente indomables: se ponían a favor del rey o en contra según les convenía y, evidentemente, a los reyes de la
Corona de Aragón no les hizo la más mínima gracia.
Tras varios encontronazos con los intereses del monasterio -donde los abades incluso soportaron la guerra en contra de
Juan II-, la corona puso cada vez más en el punto de mira la independencia del cenobio montserratino. Cuando llegó al poder el hijo de Juan II, es decir,
Fernando el Católico, el hecho de controlar el poder de la Iglesia y aumentar el poder real se convirtió en un objetivo prioritario. Si además de controlarlo políticamente, controlaba sus riquezas -la Reconquista de Granada era
un pozo sin fondo- mejor que mejor y ello le puso todas sus ganas.
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Fernando el Católico |
De esta forma, y visto que los monasterios, por aquellos tiempos, eran auténticas casas de
tócame Roque, los Reyes Católicos
disfrazaron sus verdaderas intenciones políticas de sincero deseo de reformar eclesiásticamente todos los conventos para que volvieran a las perdidas esencias monacales. Fernando el Católico, en
1493 tras mucho batallar con el papado, consiguió finalmente que se
suspendiera la abadía de Montserrat y que este monasterio pasase a depender del mucho más dócil y pro-monárquico Monasterio de
San Benito el Real de Valladolid. Ello supuso que a los 10 monjes catalanes se les uniesen 14 monjes castellanos, los cuales pondrían "orden" en los asuntos religiosos. Se perdía la
independencia de Montserrat y, de paso, los documentos oficiales pasaron a ser escritos
en castellano en un momento en que Castilla y Catalunya eran, jurídicamente, dos países diferentes.
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Fachada Iglesia de Montserrat (Madrid) |
Con el tiempo, los
enfrentamientos entre la comunidad catalana y la castellana dentro del monasterio de Montserrat se fueron
incrementando. Los unos por los privilegios perdidos (aunque se escogían algunos priores catalanes, la mayoría eran castellanos y la comunidad hacía lo que ellos dictaban con el beneplácito de la corona) y los otros por la continua oposición de los monjes catalanes a los cambios que venían desde Valladolid. Hasta que todo petó.
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Interior de la parroquia madrileña |
En
1640 se desencadenó la
Guerra dels Segadors, en que el pueblo catalán, harto de sostener al ejército español en su continuo batallar con los franceses en suelo catalán, se levantó en armas contra
Felipe IV y cedió su soberanía al rey francés (
ver Montjuïc 1641. La chapuza militar española y las escalas que nadie trajo). En todo el medio del meollo, la
Generalitat tomó el mando político del país y, conociendo el problema que hacía más de un siglo que rondaba en
Montserrat, procedió a la expulsión por decreto de todos los monjes castellanos que allí se alojaban. El 16 de febrero de
1641 se firmó la orden y una comitiva de una cincuentena de personas, vía Lleida y Zaragoza, se dirigió a Madrid, donde serían acogidos en diversos conventos.
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El edificio al completo |
Felipe IV, dado el desaguisado, les dio permiso para erigir una iglesia y cenobio propio dedicado, como no, a la
Virgen de Montserrat, cuyas obras -en estilo barroco- empezaron en
1668 ya reinando
Carlos II. Sin embargo, los problemas económicos derivados de la ruina del Imperio y la Guerra de Sucesión, hicieron que se dejaran las obras hasta
1716, cuando se empezó a levantar la fachada y una de las dos torres que debían culminarla, parando las obras definitivamente en
1740. En
1836, con la desamortización de Mendizabal, se abandona y se convierte en
cárcel de mujeres y no es hasta el
1914 en que monjes benedictinos procedentes de Santo Domingo de Silos vuelven a ocuparla hasta la actualidad, a excepción hecha del periodo de la Guerra Civil en que fue transformada en
salón de baile.
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Virgen de Montserrat de Madrid |
En la actualidad la
Parroquia de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid es una iglesia de barrio bastante austera (su azarosa historia no ha dejado demasiados tesoros en su interior), convento de paso para los religiosos que transitan por la capital y vestigio de hasta qué punto la política y la religión están unidas y de cómo, los sentimientos de las personas, siempre están por encima de los intereses de sus gobernantes.
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