La barbacoa de once muertos.

Hay gente, yo no se porqué, que tiene la costumbre de pasarse por el forro todo lo que sean avisos y consejos -gubernamentales o no- de normas esenciales de convivencia y seguridad colectiva. Es como si disfrutaran saltandose las normas porque sí, despreciando los daños que puedan producirse, creyéndose poseedores de la razón absoluta y la inmunidad total en sus actos.

Pues a los que, a pesar de todos los avisos y consejos, encendieron aquella barbacoa en Riba de Saelices (Guadalajara), han de saber que su prepotente inconsciencia hasta el momento ha costado la vida a once personas, 17000 hectareas arrasadas (no hay nada mas desolador que el insoportable silencio de un bosque recien quemado) y mas de mil personas evacuadas por peligro inminente de perderlo TODO. No está nada mal para no hacer ni puto caso a una sensata norma de actuación un dia de viento fuerte y sequía extrema.

Mención a parte es la actuación posterior de las administraciones para organizar la extinción de los incendios, que siempre puede ser mayor y mejor, tanto en medios como en coordinación (he visto vigías forestales oficiales ¡que no tenian ni prismáticos para hacer su faena!). Pero lo que es muy claro es que si aquellos imbéciles -ahora detenidos por la Guardia Civil- en vez de hacer una barbacoa, se comen un bocadillo de tortilla traido de casa, en estos momentos nada de esto hubiera pasado: Aquel bosque estaría verde y aquellos trabajadores, muertos mientras que intentaban arreglar la inconsciencia de los demás, estarían vivos y con su familia.

¿Es tal el sacrificio que ha de hacer una persona que no le permite respetar los consejos contraincendios? ¿Qué esfuerzo sobrehumano impidió a un conductor dejar la colilla dentro del cenicero de su coche y así evitar el incendio de 4 hectareas -tómese una hectarea por un campo de fútbol- de robledal a pie de carretera en Capmany (Gerona) al tirar un cigarro encendido a la cuneta?

¿¡Tanto cuesta!?