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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Asesinato Feliz
Hoy, en Estados Unidos, el estado más avanzado del mundo -eso dicen- se ha celebrado el cumplimiento de la pena de muerte número 1000 desde que volvió a ser instaurada en el 1974. El reo, fue acusado de asesinar hace 17 años a su mujer y a su suegro delante de sus hijos, y el hombre jamás negó su participación. Ahora un tribunal ha hecho efectiva la pena capital. ¿Acaso quien ha matado a esa persona no está cometiendo el mismo pecado que cometió el inculpado salvo que con cobertura legal?
La pena de muerte, una vez más no es el camino. Nadie tiene derecho a quitar la vida a nadie, ni por mucho que éste haya cometido las peores atrocidades. Hay gente que no está de acuerdo en este punto y considera que lo mejor para solucionar el problema cometido es, ni más ni menos, que la ley del talión.
En estas mismas líneas defendí el derecho de una madre a vengar la violación de su hija. Ello me valió el trato poco menos que de fascista. Y lo sigo manteniendo. Todo el mundo tiene derecho a una justicia, y si ésta no llega por desidia judicial, nadie podría -moralmente- juzgar a esa persona. En el caso de la pena de muerte, la justicia se excede totalmente en sus atribuciones. Ni tanto, ni tan calvo.
Un acusado de asesinato, cuando se ha podido demostrar su culpabilidad, ha de ser castigado con un castigo proporcional a su tropelía. Si ha matado a alguien, el hecho de acabar con su vida ni vuelve a la vida al asesinado ni da un castigo al asesino. ¿Qué castigo es dormirse y no despertar para alguien que no ha tenido el más mínimo respeto por la vida ajena? Ninguna, si lo miramos fríamente. ¿Servir de ejemplo? Tampoco. En el caso que nos ocupa ya existía la pena de muerte hacía años cuando asesinó a aquellas dos personas y ello no le impidió matarlos. Seamos claros, si se está lo suficientemente tarado para matar a alguien, tu propia vida te vale bien poco.
Un asesinato ha de ser punido de la forma más dura posible, y ¿qué forma más dura de castigo que la de la cadena perpetua?. No valen atenuantes, ni permisos ni reducciones de condena. Quitar la vida a los demás tiene su castigo: Su muerte en vida, y la justicia ha de ser la encargada de llevarlo a cabo. Si no llega, malo, la impunidad inunda el asesinato cometido; si se excede, peor, ya que se cae en el mismo pecado que castiga.
No en vano, así define la Real Academia la palabra Asesinar: Matar a alguien con premeditación, alevosía o por precio.
Como decía Gandhi: ojo por ojo, todos ciegos.
La pena de muerte, una vez más no es el camino. Nadie tiene derecho a quitar la vida a nadie, ni por mucho que éste haya cometido las peores atrocidades. Hay gente que no está de acuerdo en este punto y considera que lo mejor para solucionar el problema cometido es, ni más ni menos, que la ley del talión.
En estas mismas líneas defendí el derecho de una madre a vengar la violación de su hija. Ello me valió el trato poco menos que de fascista. Y lo sigo manteniendo. Todo el mundo tiene derecho a una justicia, y si ésta no llega por desidia judicial, nadie podría -moralmente- juzgar a esa persona. En el caso de la pena de muerte, la justicia se excede totalmente en sus atribuciones. Ni tanto, ni tan calvo.
Un acusado de asesinato, cuando se ha podido demostrar su culpabilidad, ha de ser castigado con un castigo proporcional a su tropelía. Si ha matado a alguien, el hecho de acabar con su vida ni vuelve a la vida al asesinado ni da un castigo al asesino. ¿Qué castigo es dormirse y no despertar para alguien que no ha tenido el más mínimo respeto por la vida ajena? Ninguna, si lo miramos fríamente. ¿Servir de ejemplo? Tampoco. En el caso que nos ocupa ya existía la pena de muerte hacía años cuando asesinó a aquellas dos personas y ello no le impidió matarlos. Seamos claros, si se está lo suficientemente tarado para matar a alguien, tu propia vida te vale bien poco.
Un asesinato ha de ser punido de la forma más dura posible, y ¿qué forma más dura de castigo que la de la cadena perpetua?. No valen atenuantes, ni permisos ni reducciones de condena. Quitar la vida a los demás tiene su castigo: Su muerte en vida, y la justicia ha de ser la encargada de llevarlo a cabo. Si no llega, malo, la impunidad inunda el asesinato cometido; si se excede, peor, ya que se cae en el mismo pecado que castiga.
No en vano, así define la Real Academia la palabra Asesinar: Matar a alguien con premeditación, alevosía o por precio.
Como decía Gandhi: ojo por ojo, todos ciegos.
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En una campaña de Amnistía Internacional decían: "Si matar es malo, ¿por qué matar a los que matan?"
ResponderEliminarEstados Unidos es el único país occidental que mantiene la pena de muerte, y ello no ha reducido sus índices de criminalidad. Ya lo ves: el adalid de la libertad y los derechos humanos. Una sociedad enferma, reitero.
Todos los argumentos que escribes son de lo más claros. Sólo los que están a favor de la pena de muerte no los entienden. Les interesa más el espectáculo de la muerte. ¿Será acaso el mismo morbo con el que ven los programas de gran hermano y conexos?
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