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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
El Esteru, el Papa Noel cántabro.
El Esteru |
Un Papa Noel cántabro |
Tradición recuperada |
La leyenda del Esteru, que se ha transmitido por vía oral de padres a hijos, se ha mantenido viva en un par de pueblos de Cantabria, Cobijón (Udías) y Ruiseñada (Comillas) desde donde se han propuesto recuperar esta tradición como identidad propia del pueblo cántabro. Según parece, durante los últimos años se ha conseguido una cierta expansión del Esteru, aunque más ligada a una intención puramente comercial que a una verdadera concienciación de la población de la conservación de sus raíces.
El Esteru tiene raíces celtas |
"Una vez había una hada güena mu guapa, alta y tresnáa con el pelu comu el sol y los sus ojos mu brillantes. Comu toas las hadas, era mu güena y siempre tinia unos enanucos con si.
Un día, iba por un caminu del bosque y se paró a beber y a peinarse en el ríu. De súpitu, empezó a oír gritar a los enanucos que habían alcontrau algo que se movía entre unos troncos juntu a unos escajos. El hada se acercó y toos los enanucos mirábanla.
- “Es un neñu, en un neñu”, dijeron toos. –“No podemos dejarlo aquí, se moriría de fríu”-, dijo el hada, -“tenemos que buscarle una casa con los humanos”-.
-“Desde ahora” –, dijo el hada al bebé, – “te llamaremos Esteru, porque es una güenura haberte alcontrau”. “Y te daré los regalos de ‘valentía’ y ‘bondad’, durante toa la tu vida”. Entonces el Hada cogió al bebé y lo llevó a una casuca al otru lau del bosque onde vivían un hombre y una mujer que no tenían neños. “Ellos le cuidaran y estarán contentos de tener un neñu”, dijo el hada, y dejó al neñu en la puerta para ellos.
El hombre al salir de la casa, se sorprendió muchu al ver al bebé, y llamó a su esposa: “¡¡Cuca, Cuca, ven aquí rápidamente!!¡¡Ven a ver lo que han dejau!!”. En tal como el hada había dichu, el matrimonio fueron muy felices al encontrar a este neñu y inmediatamente le cubrieron y lo aceptaron como el su hiju.
Y así fue como Esteru creció en aquellas montañas, convirtiéndose en un fuerte y amable hombre. Sus padres fueron muy felices con el y Esteru se sentía muy queriu.
Esteru trabajaba todos los días de la mañana a la noche, cortando madera y ayudando a su ancianu padre pa vender los coloños de madera enos pueblos. Dempués de munchos años sus padres murieron y se quedó muy solu en la casa del bosque.
Fueron pasando los años y se fue haciendo mayor, su cara escomenzó a arrugarse y el su pelu a ponerse brancu y con una gran capa gris. Col tiempu, se golvió triste y diose cuenta que lo que necesitaba era ayudar a otras personas que lo necesitaban. Se alcordó que en un pueblu cercanu había una casa en la que vivían munchos neños huérfanos. Vivían de cualquier cosa que la gente del pueblu les daba, y diose cuenta de qu´ esos neños estaban muy solos, como él, y que podía hacer cosas p´ ellos del mou que fueran felices.
Esteru era muy inteligente y mu güenu haciendo cosas colas sus manos, de manera que hizo unos juguetes de madera p´ aquellos neños: pequeños juguetes y muñecas, que él podría llevar a los neños cuando fuera al pueblu a vender su madera. Cuando terminó los juguetes, los puso en una gran bolsa. Puso la bolsa sobre su burru y marchó hacia el pueblu. Estaba muy feliz por dentru aquel día, y los sus ojos brillaban de alegría.
Estuvo toa la mañana caminando polos montes hasta allegar al pueblu, pero estaba muy feliz. Sonreía como si estuviera en un sueñu, porque estaba llevando a los neños los juguetes que él había jechu. Los neños nel pueblu estuvieron muy felices cuando recibieron sus regalos y Esteru se pasó la tarde jugando con ellos y contándoles los cuentos que había aprendiu del su padre cuando él era pequeñu. Los neños querían muchu a Esteru y dempués de aquel día ellos no sintieronse tan solos como antes.
Esteru se golvió mu conociu enos pueblos. Cáa vez que él se acercaba, rápidamente era rodeau por los neños y así fue recorriendo tolos pueblos de Santander y regalando los juguetes que él mismu hacía.
Y así pasó durante munchos... munchos años, pero una vez hubo una enorme galerna que asoló los pueblos y montañas, que destruía munchas casas y bosques. Los fríos y fuertes vientos y el soniu de los truenos dejaron a la gente muy asustá y temerosa, sobre too a los neños.
Esi día, cuando Esteru estaba caminu del pueblu, vio un rayu que asganzó la casa de los neños huérfanos que rápidamente empezó a arder en llamas. Corrió rápidamente hacia la casa y vio algunos neños en una de las ventanas, mu asustaos, gritando y pidiendo ayuda. Sin dudar ni un momentu, llegó hasta la casa que estaba en llamas y cubriendo a los neños con una manta para protegerlos del fuego, los sacó de la casa al través de una ventana del primer pisu.
Pero mientras él estaba tratando de salir, una viga de madera vieja y grande del techu se le cayó encima. Esteru cayó aplastau nel suelu y con gran dolor, su corazón dejó de latir. Las personas del pueblu lloraron cuando vieron la casa en llamas y supieron lo que había ocurriu, sabían que ya era tarde y no podían hacer nada. Pero… nesi mismu momentu fueron sorprendidos por una luz brillante que sali de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que estaba pasando ahí adentru.
Pero adentru la casa, el hada que había alcontrau a Esteru en las montañas, cuando él era un bebé, apareció juntu a él y comenzó a llamarlo pol su nombre con su dulce voz: “¡Esteru! ¡Esteru!”. Y dijole: “Esteru, tú has sido un hombre güenu, lleno de fe y de güen corazón. Has dedicau la tu vida a hacer cosas pa los demás, y has dau hasta la tu vida pa salvar a otras personas. Por eso, no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. D´ ahora en adelante, tú harás juguetes y otros regalos pa tolos neños de Santander y de tolos rincones del mundu”.
“¡¡Y nosotros te ayudaremos!!”, dijeron tolos enanucos, alredor de Esteru.
Y d´entonces tolas navidades, a la final de caa añu, Esteru va polos pueblos con su ''burru'' repartiendo juguetes y regalos a los neños pa que sean felices."
Un día, iba por un caminu del bosque y se paró a beber y a peinarse en el ríu. De súpitu, empezó a oír gritar a los enanucos que habían alcontrau algo que se movía entre unos troncos juntu a unos escajos. El hada se acercó y toos los enanucos mirábanla.
- “Es un neñu, en un neñu”, dijeron toos. –“No podemos dejarlo aquí, se moriría de fríu”-, dijo el hada, -“tenemos que buscarle una casa con los humanos”-.
-“Desde ahora” –, dijo el hada al bebé, – “te llamaremos Esteru, porque es una güenura haberte alcontrau”. “Y te daré los regalos de ‘valentía’ y ‘bondad’, durante toa la tu vida”. Entonces el Hada cogió al bebé y lo llevó a una casuca al otru lau del bosque onde vivían un hombre y una mujer que no tenían neños. “Ellos le cuidaran y estarán contentos de tener un neñu”, dijo el hada, y dejó al neñu en la puerta para ellos.
El hombre al salir de la casa, se sorprendió muchu al ver al bebé, y llamó a su esposa: “¡¡Cuca, Cuca, ven aquí rápidamente!!¡¡Ven a ver lo que han dejau!!”. En tal como el hada había dichu, el matrimonio fueron muy felices al encontrar a este neñu y inmediatamente le cubrieron y lo aceptaron como el su hiju.
Y así fue como Esteru creció en aquellas montañas, convirtiéndose en un fuerte y amable hombre. Sus padres fueron muy felices con el y Esteru se sentía muy queriu.
Esteru trabajaba todos los días de la mañana a la noche, cortando madera y ayudando a su ancianu padre pa vender los coloños de madera enos pueblos. Dempués de munchos años sus padres murieron y se quedó muy solu en la casa del bosque.
Fueron pasando los años y se fue haciendo mayor, su cara escomenzó a arrugarse y el su pelu a ponerse brancu y con una gran capa gris. Col tiempu, se golvió triste y diose cuenta que lo que necesitaba era ayudar a otras personas que lo necesitaban. Se alcordó que en un pueblu cercanu había una casa en la que vivían munchos neños huérfanos. Vivían de cualquier cosa que la gente del pueblu les daba, y diose cuenta de qu´ esos neños estaban muy solos, como él, y que podía hacer cosas p´ ellos del mou que fueran felices.
Esteru era muy inteligente y mu güenu haciendo cosas colas sus manos, de manera que hizo unos juguetes de madera p´ aquellos neños: pequeños juguetes y muñecas, que él podría llevar a los neños cuando fuera al pueblu a vender su madera. Cuando terminó los juguetes, los puso en una gran bolsa. Puso la bolsa sobre su burru y marchó hacia el pueblu. Estaba muy feliz por dentru aquel día, y los sus ojos brillaban de alegría.
Estuvo toa la mañana caminando polos montes hasta allegar al pueblu, pero estaba muy feliz. Sonreía como si estuviera en un sueñu, porque estaba llevando a los neños los juguetes que él había jechu. Los neños nel pueblu estuvieron muy felices cuando recibieron sus regalos y Esteru se pasó la tarde jugando con ellos y contándoles los cuentos que había aprendiu del su padre cuando él era pequeñu. Los neños querían muchu a Esteru y dempués de aquel día ellos no sintieronse tan solos como antes.
Esteru se golvió mu conociu enos pueblos. Cáa vez que él se acercaba, rápidamente era rodeau por los neños y así fue recorriendo tolos pueblos de Santander y regalando los juguetes que él mismu hacía.
Y así pasó durante munchos... munchos años, pero una vez hubo una enorme galerna que asoló los pueblos y montañas, que destruía munchas casas y bosques. Los fríos y fuertes vientos y el soniu de los truenos dejaron a la gente muy asustá y temerosa, sobre too a los neños.
Esi día, cuando Esteru estaba caminu del pueblu, vio un rayu que asganzó la casa de los neños huérfanos que rápidamente empezó a arder en llamas. Corrió rápidamente hacia la casa y vio algunos neños en una de las ventanas, mu asustaos, gritando y pidiendo ayuda. Sin dudar ni un momentu, llegó hasta la casa que estaba en llamas y cubriendo a los neños con una manta para protegerlos del fuego, los sacó de la casa al través de una ventana del primer pisu.
Pero mientras él estaba tratando de salir, una viga de madera vieja y grande del techu se le cayó encima. Esteru cayó aplastau nel suelu y con gran dolor, su corazón dejó de latir. Las personas del pueblu lloraron cuando vieron la casa en llamas y supieron lo que había ocurriu, sabían que ya era tarde y no podían hacer nada. Pero… nesi mismu momentu fueron sorprendidos por una luz brillante que sali de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que estaba pasando ahí adentru.
Pero adentru la casa, el hada que había alcontrau a Esteru en las montañas, cuando él era un bebé, apareció juntu a él y comenzó a llamarlo pol su nombre con su dulce voz: “¡Esteru! ¡Esteru!”. Y dijole: “Esteru, tú has sido un hombre güenu, lleno de fe y de güen corazón. Has dedicau la tu vida a hacer cosas pa los demás, y has dau hasta la tu vida pa salvar a otras personas. Por eso, no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. D´ ahora en adelante, tú harás juguetes y otros regalos pa tolos neños de Santander y de tolos rincones del mundu”.
“¡¡Y nosotros te ayudaremos!!”, dijeron tolos enanucos, alredor de Esteru.
Y d´entonces tolas navidades, a la final de caa añu, Esteru va polos pueblos con su ''burru'' repartiendo juguetes y regalos a los neños pa que sean felices."
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