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Amaia y Alfred |
El número
23. España se ha clasificado el vigésimo tercero de 26 participantes en el festival de Eurovisión y
aún gracias, porque hasta el voto de Dinamarca, estábamos últimos
empatados a cero puntos con la representante británica. Una cantante, la inglesa que, todo sea el decirlo, a pesar de que el "
Jimmy Jump" de turno le ha robado el micrófono y gritado algo ininteligible -la cual cosa le habría permitido repetir la actuación- ha decidido no hacerlo... convencidos de la
calidad de la canción, seguro. Por alguna cosa ha quedado el número 24.
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"Invasión" de la inglesa |
La representación española, formada por la pareja "triunfita" -y con derecho a roce-
Amaia y Alfred (con acento en la é, que no es Hitchcock, no me sean zotes) ha sido la segunda en aparecer en el escenario lisboeta que hospedaba el concurso este año con la canción "
Tu canción". Una canción anodina,
ñoña como ella sola, con una puesta en escena pobre y en la que destacaba la voz potente de Amaia en contraposición de la voz de
pitufo gangoso de Alfred que no se encontraba por ningún lado. Al menos no han pegado un
gallo como Manel Navarro el año pasado (
ver Eurovision 2017: Un gallo, 5 puntos y últimos), pero es que entre pasar sin pena ni gloria y ser el centro de atención, aunque sea por lo malo, la verdad que no tengo muy claro que lo de este año sea mejor.
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Austria, inesperado tercer clasificado |
Este año viendo la
castaña que se presentaba ya hice mis cábalas de que quedaría entre el 18 y el 24, y poco me he equivocado en tanto que han quedado el 23. Tan solo he visto peligrar mi pronóstico cuando los jurados han empezado a votarnos de forma
inaudita, recibiendo incluso 10 puntos de Rumanía, llegándose a poner en el puesto 18. Por suerte, el televoto ha puesto las cosas en su sitio haciendo de España
el tercer país menos votado, dejando la votación al final con 61 puntos y dejando bien patente que la gente tiene más criterio que los subjetivos e interesados jurados
supuestamente "profesionales" (
ver Vivaldi, Chikilicuatre y los necios contertulios). Y es que, el voto del público ha dado la vuelta al resultado como un calcetín,
enmendando la plana al criterio de los "expertos".
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El alemán, una "copia de" |
En general, la edición de este año 2018, ha sido una edición de
baja calidad, en que ha habido mucha medianía y mucha "copia de". De la debacle habitual del
Big Five tan solo se han escapado Alemania e Italia (4º y 5º respectivamente), la primera con una canción sensiblona mezcla de Ed Sheeran y James Blunt y la segunda con otra sentimental con bastante ritmillo, con un mensaje antiterrorista que ha gustado. Francia, por su parte, con otra canción buscando la
lagrimilla fácil (la pena, ese gran recurso eurovisivo, que se lo digan a
Sobral) con un mensaje contra el drama de los refugiados, ha quedado el 13. España y Gran Bretaña, en sus 23 y 24, en su tónica general. No aprenden, o
no quieren aprender, que no es lo mismo.
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8 kg de vestido lírico de la estonia |
Por el resto, destacaba la
República Checa (6º) con Mikolas Josef y su canción Lie To Me, con un remake de la sintonía del
Príncipe de Belair muy gay, así como los locuelos representantes
moldavos (10º) que, con su canción My Lucky Day, ha entretenido el personal con una especie de vodevil musical con tintes de música de película de
Emir Kusturica. La cantante
estonia (8ª), con su espectacular vestido de 8 kilos y su estilo lírico, y los
húngaros (21º) con un heavy metal que ha dado la nota con sus gritos, junto a los anteriores era de lo poco que se escapaba del "centro del campo".
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Netta, la justa ganadora |
El concurso lo ha ganado la representante
israelí,
Netta, con su canción
Toy, un alegato contra el machismo y el sexismo, que con un estribillo muy pegajoso y haciendo la
gallina (referencia a todos aquellos "valientes" que se creen alguien por despreciar a una mujer, pero que
se cagan las patas abajo cuando les hacen frente), se ha llevado el gato al agua. He de reconocer que no era santo de mi devoción, pero en viendo lo presentado por los demás, no he dudado de que seria una de las
favoritas.
Chipre, otra de las favoritas para los eurofans, ha quedado segunda con
Eleni Foureira, una Beyoncé con menos curvas que un
palo de escoba, pero que -por lo visto- había embelesado a muchos.
Austria, la gran sorpresa, ha quedado 3ª con un soul interpretado por el cantante negro Cesár Sampson, que a mi
me ha dejado frío y que al voto de los jurados ha encandilado, llegando en más de un momento a ser ganador. El
televoto ha hecho justicia y lo ha frenado, ya que si hubiese sido por él no hubiera pasado del puesto 13.
Suecia, por su parte, con un funky mezcla de Justin Timberlake y Justin Bieber no muy eurovisivo, ha quedado finalmente 7º pese al criterio de los jurados, que lo daban ganador.
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Chipre, una Beyoncé sin curvas |
En definitiva, una edición
muy reñida por la ausencia de grandes canciones, que los ha puesto a todos en la mitad de la tabla -posiblemente por contagio de la tradicional
melancolía portuguesa (por algo los anfitriones han quedado los
últimos)- pero muy interesante por el vuelco final de la clasificación. Por su parte, España, sigue en sus trece de llevar temas
insulsos (
ver Eurovision 2015, no aprendemos ni a hostias) por lo que, de seguir así, se continuará llevando los
pescozones eurovisivos a capazos mal que les duela hasta el punto de haber eliminado
sine die los comentarios postconcurso que se hacían tradicionalmente.
Allá ellos.
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Ñoños, ñoños, ñoños... y los 23º |
Webgrafía
Debo reconocer que me encanta la música, pero que no sé nada en verdad. Pero desde mi enorme ignorancia, soy capaz de darme cuenta de que la voz de Albert es horriiiiiiiibleeeeeeeeeee. ¿Qué habría en la mente de los que los escogieron en España?
ResponderEliminarRoberto: Es justo lo mismo que pensé yo cuando lo escuché, que la gente que los escogió tenían el oído de Doña Rogelia... y así les fue.
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