Discovery bajo de plaquetas.

Yo, hasta no hace mucho pensaba que la chapuza era exclusiva de estas tierras, pero comienzo a pensar que la improvisación y la desidia es, simplemente, parte consustancial del genoma humano. En mayor o menor medida, pero lo es.

Si no fuera así no se entendería cómo, gastandose la carretada de millones que se gastan para enviar el Discovery al espacio, después de haber explotado cual cohete de feria el anterior transbordador, se vuelve a producir el mismo fallo de la pérdida de placas térmicas durante el despegue.

Si no fuera suficiente, tras innumerables retrasos, un detector que indicaba un fallo en el depósito de combustible no es tomado en consideración, ya que los técnicos no saben porqué fallaba. Que un taller mecánico de barrio me diga que no sabe el porqué algo no funciona de un coche, tiene un pase, pero que un equipo de superingenieros, con un presupuesto astronómico tenga la desfachatez de decirlo, me huele a tomadura de pelo y a malversación de fondos públicos.

Ahora, los astronautas están por allí arriba tranquilamente, pero yo, de ellos, me rezaría unos cuantos rosarios, porque seguro que ha habido alguien aquí abajo que habrá dicho "¡Bah! no tiene importancia." y ya sabemos que cuando se deja espacio a Murphy, éste siempre acaba por hacer acto de presencia.