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El síndrome de Stendhal o el empacho por sobredosis de belleza

Contemplar belleza puede ser malo para la salud
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Si hay algo de lo que personalmente gusto es de fijarme en los detalles de las cosas, por lo que los museos -sea de lo que sea- me resultan especialmente agradables, pero el día que visité el Museo Dalí de Figueres, ya fue el acabose. Nunca había estado frente a frente de la obra de Dalí y nunca había tenido la oportunidad de poder ver la infinita profusión de detalles de ella. Cada cuadro, cada escultura, cada objeto... todo el museo era en sí un detalle a cual más interesante. Después de estar un buen rato absorto en tanta obra surrealista, una sensación de agobio y un sofocón inesperado me invadieron, desembocándome en una potente migraña. Me di cuenta que no podía procesar la bestial cantidad de información que estaba recibiendo y me estaba superando, por lo que decidí abreviar la visita en lo posible -no iba solo- dejando de mirar las obras hasta el final de la visita. En aquel momento no entendí qué me había pasado, máxime porque estaba disfrutando como un poseso, pero con el tiempo lo llegué a saber: había padecido el Síndrome de Stendhal.

El síndrome de Stendhal, también conocido como síndrome del Viajero o hiperculturemia , es un conjunto de síntomas de carácter psicosomático que se producen cuando una persona se encuentra expuesta a una sobredosis de belleza artística, ya sea de esculturas, pinturas, natural o de cualquier otro tipo, que se caracteriza por provocar un aumento del ritmo cardíaco, ansiedad, vértigos, sofocaciones, estado de confusión e incluso alucinaciones.

Galería de los Uffizzi
Galería de los Uffizzi
El nombre proviene del escritor francés de principios del s.XIX, Stendhal (pseudónimo de Henri Beyle), el cual, en una de sus obras (Rome, Naples et Florence, 1826, pag 102) describe sus sensaciones de palpitaciones, ansiedad y confusión tras haber visitado la iglesia de la Santa Croce en Florencia en 1817. No obstante, este síndrome no se determinó como enfermedad hasta 1979, cuando la psicoanalista florentina Graziella Magherini, encargada por entonces del hospital central de Florencia, documentó más de 100 casos de afectados por estos síntomas tras haber visitado alguna de las 50 colecciones de arte de la ciudad.

El nacimiento de Venus, de Boticelli
Magherini documenta casos de fiebre, de agotamiento, de confusión, sensación de agobio, desubicación grave e incluso de desvanecimientos desencadenados a partir de la percepción de uno o más elementos de las galerías que se visitaron. En uno de los casos se llegó a necesitar la hospitalización de una paciente que no reaccionaba a los estímulos tras haber admirado la obra de Boticelli

Hasta tal punto es importante esta afectación que los guardas de los museos de Florencia están formados en el tratamiento de este síndrome. De hecho, se cree que buena parte de los ataques a las obras de arte expuestas tienen la hiperculturemia como desencadenante, al haberse documentado pacientes que desarrollaron episodios de aversión a las obras que estaban admirando, lo que los impulsaba a dañarlos.

Se ignora qué es lo que lo produce, pero se especula que sean la superposición de traumas y experiencias personales previas junto a un cumplimiento de expectativas (ver Cuando la decepción se convierte en enfermedad: El Síndrome de París) demasiado rápidas e intensas, lo que provoque el desarrollo del síndrome. Sea como sea, lo que sí parece es que el entorno cultural de la persona afectada es vital, ya que su canon ideal de la belleza coincidirá o no con la obra observada. En estos términos, la doctora Magherini documenta que entre los casos estudiados no había ningún afectado de origen asiático ni norteamericano, por lo que las diferencias culturales se demostrarían fundamentales. Asimismo, no se encontraban afectados visitantes florentinos, los cuales no desarrollarían el síndrome de Stendhal por una sobreexposición continuada a los mismos estímulos, por lo que la cotidianidad asociada a vivir en la zona  provocaría cierta "inmunidad" a esta enfermedad.

Hay psiquiatras que dudan de la existencia real de esta enfermedad, ya que está demasiado relacionada a otros trastornos de tipo afectivo y emocional de los pacientes, la cual cosa la invalidaría como enfermedad en sí misma. Se podrá estar a favor o en contra y, personalmente, creo que llamarlo "enfermedad" tal vez sea demasiado, habida cuenta el limitado ámbito de afectación del síndrome. Sin embargo, y paralelamente, no puedo negar su existencia porque yo mismo lo he padecido en mis propias carnes, en un momento que ni conocía la existencia del síndrome, ni estaba influenciado a padecerlo.

Sea como sea, y aún a riesgo de que le dé un jamacuco, no se niegue el gustazo de mirar y admirar la belleza de una buena obra de arte (sea del tipo que sea) ya que, para padecer de verdad, ya tenemos, desgraciadamente, la realidad del día a día.

Henri Beyle "Stendhal"

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Comentarios

  1. Hay que moderarse. La humanidad lleva milenios produciendo objetos poderosos como para pretender verlos todos en una sola visita al museo.

    Saludos, Ireneu.

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