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Yanartas, las piedras llameantes |
Desde siempre, cuando los hombres no han entendido los procesos naturales que se dan a su alrededor, han tendido a atribuirlos a una
intervención divina, como forma fácil de dar solución a ese enigma (
ver La mitológica, pero real, historia de los cíclopes fosilizados). En la costa mediterránea de
Turquía, uno de estos espectáculos naturales, totalmente incomprensible para los antiguos pobladores de la zona, les llevó a construir un templo dedicado al
dios del fuego. Hoy, a esa zona se le llama
Yanartas, las piedras llameantes.
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Mapa de la zona de Yanartas |
Yanartas (Yanartaş, en turco), a 80 kms de la ciudad de Antalya y a poca distancia de los restos de la ciudad griega de Olimpos -no confundir con Olimpia, en Grecia-, toma su nombre de la existencia de una serie de pequeñas cavidades en la roca de las cuales, ininterrumpidamente, surgen llamas de hasta medio metro de altura desde la más remota antigüedad. Era punto de referencia de los marinos -los cuales lo utilizaban como faro natural al ser visible desde el mar- y de los cultos al fuego, que culminó con la construcción de un templo dedicado al dios griego Hefesto, dios del Fuego y de los Herreros.
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El metano prende espontáneamente |
El fenómeno, ya documentado en la obra
Historia Naturalis de
Plinio el Viejo y que se cree que fue el origen del primer
fuego Olímpico, se extiende por una superficie de unos 5.000 m2 en una ladera del conocido antiguamente como
Monte Quimera, a unos 200 metros de altitud sobre el nivel del mar, y consta de unos 20 agujeros de hasta 2 metros de diámetro en eterna incandescencia.
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Fuego eterno |
El origen de esta llama, la tenemos que buscar en las emisiones de
gas metano que se producen en el subsuelo, por un lado (65%), como efecto de la
serpentinización (un tipo de transformación mineral por circulación hidrotermal) de algunas rocas metamórficas, y por otro (35%), por emanación de gas de arcillas y areniscas paleozoicas cargadas con materia orgánica (
ver La cica, un eslabón perdido en nuestro jardín). Este gas, que se
escapa desde el interior de la tierra por pequeñas fallas, en contacto con el oxígeno de la superficie prende espontáneamente y mantiene las llamas encendidas de forma permanente.
Sea como sea, estas emisiones se producen hasta en 50 cavidades de la zona, pero solamente las veinte que tienen un caudal mayor de gas son las que tienen capacidad de mantener la llama viva, por lo que las demás simplemente dejan escapar su carga de metano a la atmósfera, ayudando, de forma natural, al efecto invernadero.
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Yanartas servía como faro |
Y no es para menos, ya que se estima que el conjunto de cavidades de la zona de Yanartas emite unas
190 toneladas de metano al aire por año, en un flujo que supera los
27.000 litros de gas por hora, que si bien no es posible explotarlo como fuente de combustible, equivale a la producción de una población de un millón y medio de personas o de una población de
1.500 vacas lecheras (
ver El rancho más grande del mundo: Anna Creek Station). Este último dato, más que nada, para que tome conciencia de la peligrosidad de las flatulencias de las vacas... y de las suyas propias, claro.
En definitiva, que si se encuentra de visita por la costa sur de Turquía y le apetece hacerse -tal y como hacían los habitantes de la zona en siglos pasados- un té o un kebab al estilo de Yanartas, no lo dude, pásese por este espectáculo natural digno de los dioses.
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Una auténtica barbacoa natural |
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