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¿Conoces mi último libro?

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Edificis Catalans amb Història (2023)

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Oymyakon. Frío, no. Lo siguiente.

Oymyakon, un lugar... fresquito
Finales de julio en la costa mediterránea. 39 grados, sol de justicia y 80% de humedad en el ambiente. El calor es simplemente insoportable, asfixiante, y te quieres morir, más que nada para aprovechar que el infierno ya lo tienes en la misma puerta de casa (ver Ande yo fresquete y quéjese el dirigente). Es en esos momentos tan refrescantes del verano, que uno se acuerda de cuando en invierno lleva bufanda, gorro, chaquetón de plumas...y cuando considera que el frío es simplemente una bendición de los dioses y no duda en hacer hueco en el arcón del congelador para echarse una siesta dentro. Si usted se encuentra en esa situación, le recomendaré un pueblecito acogedor como pocos. Se trata de Oymyakon, en Siberia, el sitio habitado más frío del planeta.¡Ah! Y si quiere, puede llevarse un bañador, pero coja también ropa de abrigo a espuertas, la va a necesitar.

Frío, no. Lo siguiente.
Oymyakon (Оймякон en ruso), es una pequeña población de unos 500 habitantes que se encuentra en la estepa siberiana de la república rusa de Yakutia, a unos 450 kms en linea recta del mar más cercano. Este pequeño villorrio cuyo nombre significa "agua líquida", fue fundado por pastores de renos (ver Capar renos a bocados, la receta saami contra el calentamiento global) que utilizaban las aguas de una fuente termal cercana para dar de beber a sus animales, al ser uno de los pocos puntos de agua líquida durante el invierno en la zona. Un invierno, que si destaca por algo es por sus 9 meses de duración y por las tremendas temperaturas que llegan a soportar, con temperaturas sostenidas de -50ºC y una mínima oficial de -67.7 ºC en 1933. Y digo oficial porque en 1926 un académico ruso obtuvo un registro de -71.2 ºC, pero fueron extrapolados de otras medidas y no directamente, por lo que no es aceptada científicamente. Sea como sea, pasados ciertos límites, no viene de 3 grados más de frío, y el mejor ejemplo lo tenemos en la gente del pueblo, la cual va por la calle con total normalidad... a pesar de que la leche se vende sólida.

¡Cuidadín con el chorrito!
Efectivamente, la vida en Oymyakon es todo lo plácida que puede ser una población como la suya en cualquier otro sitio, pero adaptada a un frío que deja a los peces más tiesos que la mojama a los 30 segundos de sacarlos del agua. Y es que allí, las gafas metálicas se enganchan a la cara, a los bolígrafos se les congela la tinta y las baterías de los móviles acaban por dejar de funcionar por el frío que hace. Pero no acaba aquí la retahíla de "incomodidades" -desde el punto de vista de un forastero, obviamente- que tienen que sufrir esta gente, aunque ellos tienen las letrinas en el exterior de las casas y no dudan en meterse en el agua después de una sauna... tras haber quitado la pertinente capa de hielo de un palmo para acceder al agua, claro está.

Como se pare el motor... ¡a esperar hasta verano!
En Oymyakon, durante el invierno, los motores de los coches y camiones no se paran nunca, habida cuenta que el frío congelaría la gasolina, tan pronto dejara de funcionar y tendrían que darlo por perdido hasta el verano siguiente. Por otro lado, la temperatura incluso es un problema a la hora de enterrar a los muertos, ya que el suelo está helado todo el año (es un permafrost) y resulta imposible cavar como Dios manda. La solución es tirar brasas candentes al suelo y acto seguido quitar los pocos centímetros de tierra descongelada. Con paciencia y una caña, en un par de días tienen hecha la tumba. Como para ir con prisa.

Oymyakon -Polo del Frío-
La razón de semejantes temperaturas se tienen que buscar en la particular topografía de la zona. El pueblo se encuentra a unos 750 metros sobre el nivel del mar, en una zona ya de por sí glacial como es Siberia, lo cual ya es un plus. Sin embargo, la zona está en el fondo de un valle limitado por dos cordilleras que convierten a Oymyakon en una zona resguardada y donde se deposita el aire frío más pesado, creando el ambiente más gélido que se pueda imaginar. Curiosamente, ascendiendo a las cimas de las cordilleras circundantes las temperaturas son más altas, debido al efecto de la inversión térmica. Eso si, no se haga ilusiones; si abajo están a -60ºC, arriba no estará en tirantes. Para eso tendrá que esperar a julio, en que se llegan a alcanzar los +30ºC sin mucha dificultad.

En definitiva, que tanto si se queja de calor, como si se queja de frío, una temporadita en Oymyakon le dará la perspectiva suficiente para relativizar lo que es un clima duro y, encima habitado. Verá como lo agradece... 

...si lo resiste, claro.

Monumento a los -71.2 ºC

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