Ir al contenido principal

¿Conoces mi último libro?

¿Conoces mi último libro?
Pobles Medievals de Catalunya (2024)

Última entrada publicada:

Capítulo 7: El asunto del canal

Collblanc - Torrassa, historia del barrio más revolucionario de L'Hospitalet (2)

Casa dels Cargols: aprovechamiento inverosímil
Casa dels Cargols: aprovechamiento inverosímil
(Viene de parte 1) La construcción del Transformador de la Torrassa, la industrialización derivada de la Primera Guerra Mundial, la conversión de los campos de la Marina (ver El Samontà y la Marina, el desconocido origen del alma de L'Hospitalet) en la huerta de Europa, las obras del Metro y de la Exposición Universal del 1929 necesitaron ingentes cantidades de mano de obra que vinieron mayoritariamente del resto de Catalunya y, en gran proporción, de las zonas más pobres de Murcia y Almería, donde la miseria era endémica. Esta afluencia de gente humilde necesitada de trabajo hizo que Collblanc-Torrassa, como suburbio marginal de la capital y, por tanto, donde la vivienda era más barata, creciera sin control provocando la masificación del barrio. Lo que en principio tenía que haber sido una ciudad-jardín de casitas modernistas, pasó a ser una colmena donde lo que hoy llamaríamos "pisos pateras" estaban a la orden del día. Los solares sin construir pasaron a acoger viviendas en pasillo sin las mínimas condiciones de habitabilidad y las casas bajas se empezaron a remontar de formas inverosímiles para acoger la cada vez mayor cantidad de gente que llegaba. La especulación urbanística más dura hacía su particular agosto en Collblanc-Torrassa y el barrio pasaba de los 3.800 habitantes en 1920 a los 21.000 en 1930.

Foto atribuida a la Torrassa, posiblemente falsa
Foto atribuida a la Torrassa, posiblemente falsa
El hacinamiento de la gente pobre que llegaba al barrio, la falta de todo tipo de servicios, junto a la existencia de actividades industriales insalubres como los sitiales (donde se criaban miles de cerdos para consumo humano con las basuras orgánicas que se recogían de las calles), el aumento de la delincuencia y de las enfermedades derivadas de la miseria (tracoma, tifus, cólera...) convirtieron el barrio en un polvorín a punto de estallar que el ayuntamiento de L'Hospitalet tenía dejado de la mano de Dios. Esta situación indigna e insostenible hizo que, por un lado, el anarquismo revolucionario y militante creciera exponencialmente como red de solidaridad dentro del barrio y, por el otro, crecieran los prejuicios despectivos y las muestras de racismo hacia el barrio y los inmigrantes que allí vivían (¿les suena el paralelismo con lo que pasa hoy día?). La pobreza y todo lo que comportaba molestaba a las clases medias y altas barcelonesas y los habitantes de Collblanc-Torrassa eran considerados poco menos que infrahumanos. El apelativo de "Murcia Chica" del barrio, pese a que tan solo el 25% de la población tuviese esta procedencia, y la fama de conflictivo y de arrabal rebelde fuera de la ley, ejemplarizan este desprecio.

El mercado de Collblanc (1932)
El mercado de Collblanc (1932)
Con la llegada de la República en 1931, parecería que desde las administraciones se intentan paliar las serias carencias del barrio. En 1932 se inaugura el Mercado de Collblanc y en 1935 se inaugura el Puente de la Torrassa (o d'en Jordà) poniendo en contacto La Torrassa con Santa Eulalia y el metro (aunque escondiendo las verdaderas intenciones anexionistas de Barcelona -ver El puente de la Torrassa, el metro y el fallido intento barcelonés de anexionarse L'Hospitalet). Por su parte, la iniciativa privada, en su obsesión de aprovechar el "tocho" como forma de hacer negocio rápido, construye el llamado Rascacielos de Collblanc que, inaugurado en 1933, sería el edificio de viviendas más alto de España en aquella época (ver El pionero pero olvidado Rascacielos de L'Hospitalet) e introduciendo un sistema constructivo en Hospitalet que se volvería norma: el bloque de pisos. Pese a todo, las condiciones de vida de la mayoría trabajadora del barrio no mejoraron un ápice y los conflictos vecinales, la delincuencia y la insalubridad (con brotes de peste bubónica en 1931 incluidos) hicieron que estallase un conato revolucionario armado en diciembre del 1933 que fue sofocado a sangre y fuego por más de 600 soldados que tomaron las calles. Obvia decir que la mala fama de Collblanc-Torrassa y, por extensión, de Hospitalet, se volvieron épicos. En 1936 el barrio llegaba a los 25.000 habitantes, más de la mitad de la población total de la ciudad.

Placa conmemorativa de los bombardeos
Placa conmemorativa de los bombardeos
El estallido de la Guerra Civil significó, dada su mayoritaria adscripción ácrata, la implantación de políticas revolucionarias en todo el barrio -con colectivizaciones, incautación de diversos edificios y la quema de las iglesias de Sant Ramon y de la Mare de Déu dels Desemparats, construidas ambas en 1935- y, justo por ello, se puso en el punto de mira de las fuerzas franquistas al ser considerado un núcleo de anarquismo y comunismo recalcitrante. Hasta 18 bombardeos aéreos de la aviación fascista italiana, con el resultado de decenas de muertos y centenares de heridos, sufrió el barrio de Collblanc-Torrassa durante el conflicto.

Bloques de la Plaza Gernika
Bloques de la Plaza Gernika
La derrota del ejército republicano en 1939 y la durísima represión que le siguió, con fusilamientos discrecionales de vecinos y vecinas del barrio por los cuerpos de orden franquistas, aplacó por la fuerza cualquier atisbo de revuelta vecinal. No obstante, el periodo de autarquía que la dictadura de Franco implantó en España durante la posguerra hundió la ya maltrecha economía española, por lo que la poca industria que aún funcionaba en Barcelona y Hospitalet -además de sus fértiles campos- hicieron que, durante los años 40, Collblanc-Torrassa no parara de crecer y de acumular densidad de población en un barrio ya de por sí saturado. El crecimiento -otra vez- caótico propiciaba la creación de guetos problemáticos para el régimen y, éste, decidió la construcción de los Bloques del Caudillo (hoy bloques de la Plaza Guernica) deprisa y corriendo como forma de ubicar a los recién llegados y en el convencimiento de que, un propietario más era un comunista menos. Inaugurado en 1944, fue el primer polígono de viviendas públicas que se hacía en Hospitalet, marcando una tendencia urbanística que sería referente durante las décadas posteriores, sobre todo por la pésima calidad de su construcción.

La Torrassa, un espacio saturado (1959)
La Torrassa, un espacio saturado (1959)
Tutelada por la Iglesia y por las ultraconservadoras autoridades franquistas, la vida social del barrio se movió entre lo religioso, lo recreativo y, clandestinamente, lo político. La continua llegada de inmigrantes pobres provenientes del sur de España y el aumento exponencial de problemas derivados del hacinamiento, la falta de servicios y la falta de suelo edificable, llevó a la creación de nuevos barrios, como el adyacente de La Florida (ver La Florida, historia y dignidad de un barrio de Hospitalet). Sea como sea, la tímida lucha vecinal (más que una lucha política contra la dictadura era una cuestión de lesa humanidad) consiguió que se construyera en el borde del talud sur del barrio el colegio Ramón y Cajal (1964) y un ambulatorio (1967). En 1969 llegaba a Collblanc el metro de la línea V con la estación de San Ramón (hoy Collblanc) y en 1970 el barrio alcanzaba el máximo histórico de población con 66.742 habitantes y una densidad de 70.254 hab/km2. 

Parque de la Marquesa y Torre Barrina
Parque de la Marquesa y Torre Barrina
Con la llegada de la democracia, la lucha vecinal se hace visible y el conseguir espacios verdes para un barrio que tenía en la Plaza Española (ver La sorprendente cláusula que protege la Fuente de la Plaza Española) su mayor zona abierta se vuelve prioritario. En 1980 se consigue finalmente que el entorno de Torre Barrina, adquirido por el ayuntamiento en 1975, sea convertido en el Parque de la Marquesa (llamado así por los aires que gastaba la propietaria, que no era ni marquesa, ni nada) consiguiéndose el pulmón verde más importante del barrio de Collblanc-Torrassa, si bien los problemas sociales derivados de una densidad de población tan exagerada no desaparecieron en ningún momento. A partir de 1970 la población del barrio empezó a bajar, llegando al mínimo en 2001 con 42.647 habitantes y una población muy envejecida que vio como, en pocos años, recibía un nuevo alud migratorio (pobre, como no podía ser de otra forma) pero esta vez proveniente de Sudamérica y del Magreb. Ello hizo remontar la población de Collblanc y la Torrassa de nuevo hasta las 55.576 almas en 2021, repitiendo punto por punto todos los episodios de conflictividad social, de problemas de convivencia y de xenofobia que se habían producido durante los años 20 y 30 del siglo pasado, relacionados todos ellos con la superpoblación. Una problemática gravísima que tan solo la bota represiva de la dictadura habría conseguido ocultar durante las décadas siguientes.

Plaza Española centro de Collblanc-Torrassa
Plaza Española centro de Collblanc-Torrassa
En la actualidad -datos a 31/12/2021- el barrio de Collblanc-Torrassa tiene una densidad de población de 58.501 hab/km2 (dividida en 64.770 hab/km2 de la Torrassa y 53.092 hab/km2 en Collblanc) lo que lo pone en segundo lugar de Hospitalet tras el barrio de La Florida, tanto en densidad de población como en número total de habitantes. Una situación demográfica insostenible que, pese a las mejoras sociales conseguidas por el movimiento vecinal durante los últimos años, de no ser tomada de forma seria y prioritaria por las administraciones (empezando por el propio Ayuntamiento de L'Hospitalet, cuyos responsables políticos escurren el bulto a poco que pueden) y la propia sociedad civil afectada, hará que la barriada esté condenada a vivir de forma permanente en el eterno ciclo de la inmigración, la precariedad y el conflicto social.

Comentarios

  1. En la segunda, creo, quizá la tercera desde Montseny, vivía la prima Fina con su madre. Era prima de mi padre y a menudo nos veíamos. Ella trabajaba en el Metro, en el servicio de limpieza.
    La última vez que la vi debía ser 1988, yo trabajaba vendiendo, mejor intentándolo, vinos de la empresa de L´Avi Miquel y Celler Trobat.
    Una tarde, tras acabar mi trabajo, entré a tomar un café, me quedaban 30 pelas, me jugué una ronda de tragaperras, 5 duros, y ¡me dio el gordo de 5000! Marché a comprar una paletilla de jamón y una botella de Faustino I. Contento, y antes de volver a casa a Badalona, pasé a ver a la Fina, ya estaba sola. Estuvimos un buen rato. La quería mucho.
    ¡Ah!, el jamón (no todo) y el rioja (todo, sí) cayeron al sábado siguiente con mi esposa en la casita que mis padres tenían en una urbanización de Piera, "Can Canals".
    No tenía, y creo que como yo casi nadie, ni idea de la historia de la finca, me enteré ya en XXI.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Archivo de Memento Mori

Mostrar más

Más en Memento Mori!

Te recomiendo...