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Desembocadura actual del río Llobregat |
Durante el siglo XX, la
desembocadura del Llobregat se había fijado definitivamente a unos 3,5 km al sur de la montaña de Montjuïc, marcando la frontera entre Barcelona y El Prat de Llobregat. Sin embargo, la expropiación a
L'Hospitalet de la banda izquierda del delta para la construcción de la
Zona Franca de Barcelona en 1920 (
ver La expropiación de la Zona Franca: Historia de una puñalada trapera) hizo que, de unos terrenos agrícolas extraordinariamente fértiles, se pasara a una zona industrial que acabara por acoger las sucesivas ampliaciones del puerto de
Barcelona.
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Manifestación contra el desvío del Llobregat |
El desarrollo sin freno de esta infraestructura (
ver El delta del Llobregat, una costa en retroceso) hizo que, para poder crecer aún más, las autoridades franquistas creyeran imprescindible el desviar la desembocadura del río 2,5 km hacia el sur. Este plan, llamado posteriormente
Pla Delta, pretendía añadir a la Zona Franca el
Polígono Industrial Pratense que se hallaba en la orilla del Prat. No obstante, esta iniciativa se topó con la oposición frontal de la sociedad civil del Prat que, en un número superior a 25.000 personas, se manifestó el 17 de septiembre de 1976 contra el desvío.
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Nuevos usos tras el desvío del río |
Tras años de tiras y aflojas entre ecologistas, afectados, promotores y administración, en 2001 y con unas obras presupuestadas en 50 millones de euros, se iniciaron las obras del nuevo tramo. Tramo que, partiendo desde el puente de
Mercabarna, tenía una longitud de 3,5 km y una anchura de 250 metros, pensados para absorber las
avenidas del
Llobregat. La entrada en servicio de este nuevo cauce se realizó el 15 de septiembre de 2004. Sin embargo, no todo está funcionando como debiera.
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Tan solo arrastra en época de crecidas |
Al hacer,
por miedo a las inundaciones, la nueva desembocadura mucho más ancha de lo que el cauce del río habría hecho de forma natural (los 3.000 m3/seg de capacidad están clavados a fuego en los urbanistas desde 1971,
ver La Marrada, el meandro olvidado de Cornellà-El Prat), la poca agua que baja normalmente por el río se estira ocupando todo el ancho del lecho y no tiene fuerza para arrastrar todos los
sedimentos que lleva en suspensión. Esta situación, totalmente previsible, pero que de no hacerla implicaba aumentar el
riesgo de inundación tanto de la Zona Franca como del aeropuerto en época de crecidas, ha hecho que el río, que se ha estimado que deposita en su desembocadura
250.000 m3 de sedimentos anuales, vaya haciéndose cada vez menos profundo y más cenagoso en este punto. Valga como dato que en 2009, el fondo ya era 50 cm más alto que cuando se inauguró.
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La acumulación de sedimentos en el cauce es evidente |
En definitiva, un
efecto colateral que, por no querer asumir que una zona inundable como es el tramo final del río Llobregat no se puede ocupar alegre e
irresponsablemente como si fuera el Eixample, acabará por provocar justo lo que pretendía evitar a la mínima que venga un temporal fuerte. Unos están obcecados en ampliar el aeropuerto, otros en convertir el
delta del Llobregat en el nuevo centro de Barcelona. Con el cambio climático en ciernes y el aumento del nivel del mar en camino, al final el aeropuerto se convertirá en una estación de
hidroaviones y la Zona Franca en la ansiada
playa de Núria Marín.
Y es que creemos que lo dominamos todo pero, en realidad, no dominamos nada.
Nada.
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Una crecida fuera de lo normal y todo será sumergido |
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